El director del Parque Nacional Illas Atlánticas: «Ser gallego y no conocer las Cíes no tiene perdón»

VIGO

M.MORALEJO

«El Prestige abrió los ojos para hacer frente a la bomba de relojería que pasa cada día por nuestra costa», señala José Antonio Fernández Bouzas

13 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Naturaleza, para Jose Antonio Fernández Bouzas (Ourense, 1966), es sinónimo de libertad. No hace el símil con palabras, pero el iris azul de sus ojos se agranda unas micras cuando habla de lo que significaba para él jugar de niño entre las viñas de la aldea materna de Ribadavia, de los tesoros que esconde el Parque Nacional Marítimo-Terrestre das Illas Atlánticas o hasta del trabajo que hacen midiendo la contaminación a partir de los huevos de las gaviotas que anidan en el exclusivo archipiélago gallego. Libertad total para decidir también que Pepín sea su nombre, en familia, para los amigos, en el trabajo, ante las mismas instituciones y hasta el oficial en los portales de internet en los que media humanidad pule el currículo por lo que pueda hacer falta.

«Yo toco todos los palos. Soy gallego. Es lo que digo cuando me preguntan, porque nací en Ourense por cuestiones de cercanía familiar de mi madre, mi padre era de Lugo, viví mi infancia y parte de juventud en A Coruña, acabé la carrera en Santiago y mi hijo nació en Vigo». El trasiego vital también fue la tónica en la estela laboral que fue dibujando por media comunidad desde Ferrol a O Barco, de Lugo a Pontevedra, hasta que se convirtió hace casi 17 años en el primer director oficial del parque nacional. «Me eligieron por consenso entre la Xunta y la Administración central», remarca por ser una circunstancia inusual, como lo es haberse mantenido en el puesto pese a haber ido cambiando los colores políticos de los ejecutivos de los que depende el patronato de las islas.

Le tocó transformar el parque natural que se circunscribía desde los ochenta a las Cíes en el nacional que se extiende además por Ons, Sálvora y Cortegada. «No se puede elegir entre cuatro hijos», dice para eludir la pregunta de cuál de las islas es su preferida desde el punto de vista de riqueza natural. «Cada una tiene un ADN distinto». 

La huella del Prestige

El desastre del Prestige fue lo primero que le ocupó en el puesto. «Es una suceso que marca, como me quedaron grabados los accidentes que viví en A Coruña con el Urquiola, el Casón o el Mar Egeo. Durante mucho tiempo llegábamos a casa de la playa y teníamos que frotarnos los pies con aceite para quitarnos el chapapote. El pichi» traduce a jerga olívica para trazar escenas similares con las bolas de fuel del Polycommander que teñían las orillas de las playas del sur de las Rías Baixas. «El Prestige vino a abrirnos los ojos en Galicia», mantiene al personificarse en esa última marea negra la conciencia colectiva y política de «que frente a nuestras costas se activaba todos los días una bomba de relojería». Fernández Bouzas estima que ese peligro ha bajado en intensidad con una normativa más estricta para los buques y un control exhaustivo de ese tráfico.

El parque nacional tiene 40 puntos de control de contaminación en fondos marinos, flora y fauna. «A nivel pesquero está recuperado», atestigua, y advierte que las cuatro islas cuentan con planes de contingencia ante un previsible vertido. Eso sí, el director del parque avanza: «hay que darle una vuelta al fondeo masivo que se produce al borde de las aguas del parque. En verano no tiene sentido, no tienen temporales de los que protegerse. Si quieren recalar en la ría, que paguen al puerto», dice como anticipo de su próxima batalla.

Ahora está inmerso en ir cambiando el perfil de visitas a las islas, abrirlo a aspectos menos tocados, pero que pueden contribuir a que el turismo de las Illas Atlánticas sea más slow, «con más sentidiño. Que no pasen por las islas haciéndose otra foto para las redes sociales». Historia, submarinismo, geología, gastronomía, astronomía, flora, fauna, investigación... todo cabe en la proyección de los cuatro archipiélagos, en los que Pepín pretende incluir también las posibilidades de cada una de las localidades próximas para ofrecer un paquete completo a los que llegan de fuera atraídos por el renombre de las Cíes, de las que advierte muchos vigueses no conocen, como tampoco pontevedreses respecto a Ons, los ribeirenses en Sálvora, o arousanos en Cortegada. «Ser gallego y no conocer las Cíes no tiene perdón», clama respecto a la más grande de las cuatro joyas atlánticas. Por eso pide a los jóvenes que vayan a ella a acampar, que vivan una noche distinta, pero con cabeza. Cualquier cambio o masificación puede generar un grave daño a sus ecosistemas. «No volverá a pasar lo del 2017, cuando las navieras hicieron trampas para meter más gente. Espero que se hayan dado cuenta de que viven de que el parque se conserve».

Álbum familiar

EN DETALLE

- Primer trabajo

- Como técnico de gestión medioambiental en el Ayuntamiento de A Coruña.

- Causa a la que se entregaría

- A proteger el medio ambiente. No todo el mundo está en esa línea, pero es más necesario que nunca. Se puede hacer compatibilizándolo con un turismo tranquilo, formado y que sepa qué puede encontrarse y cómo valorar cada lugar que visita.