Guerra lanza un discurso crítico a la dirección del PP y Fernández-Tapias se agarra a la promesa de cambio en Vigo

VIGO

El congreso popular olívico se celebra con incertidumbre sobre su resolución y el reconocimiento de su división interna

18 dic 2021 . Actualizado a las 12:58 h.

 El PP de Vigo encara hoy el proceso interno que tendrá que poner fin a la falta de liderazgo interno que sufre desde el 2019, año en el que su funcionamiento básico fue puesto en manos de una gestora. La incertidumbre marca los últimos minutos de la votación, en la que solo podrán emitir su papeleta 615 militantes de los 5.000 que tiene el partido. El impago de las cuotas de afiliación desencadena dicha abstención forzada, aunque se abrieron tres días para regularizar las deudas, tiempo considerado ridículo por parte de la candidatura que encabeza el senador Javier Guerra

El hasta ahora vicepresidente de la gestora y senador fue precisamente quien abrió el congreso de la formación en el que además de la presidencia se sentarán las bases de la próxima candidatura a la alcaldía. Javier Guerra, que repite como candidato por segunda ocasión consecutiva, ha lanzado su mensaje pidiendo a los votantes y a la dirección del partido en Galicia que no opte por «imposiciones» ni por las élites para dirigirlo. «No es el momento de salvadores ni salvadoras», llegó a decir, en clara alusión a su rival, Marta Fernández-Tapias. En una intervención con mensajes críticos con la dirección gallega, remarcó incluso que el PP registra problemas en todas las urbes de la comunidad, y los achacó a no haber dado papel protagonista a la militancia. Guerra reclamó un mayor grado de independencia para el PP olívico y autonomía en sus decisiones. Se reivindicó también del PP, para tratar de dejar atrás su amago de abandono de las filas por las que ahora es senador.

Pidió para las bases todo el poder, al tiempo que criticó la gestión del congreso y la imposibilidad de actualizar el pago de cuotas a todos los militantes que no han podido votar al no estar al día en dicha obligación. Aunque en el congreso anterior fue igualmente crítico con su organización, Guerra lo puso como ejemplo de debate interno, y señaló que no ha habido debate de ideas en esta ocasión, sino que todo se ha centrado en «salvar obstáculos».

«Recuperaremos la participación del afiliado todo el año», prometió, mientras la militancia estaba ejerciendo su voto desde dos horas antes. «Los cargos no se eternizarán», comprometió Guerra, que ya ha sido concejal, parlamentario, diputado y senador. Concluyó indicando que Vigo precisa una oposición seria y fuerte. «Vigo tiene que estar primero, antes que nuestro partido, los intereses de nuestros ciudadanos», dijo trazando el paralelismo que también emplea Alberto Núñez Feijoo en sus campañas refiriéndose a Galicia del mismo modo.

Su rival, Marta Fernández-Tapias se mostró en su caso confiada en que el congreso marque el resurgir del PP vigués. «No me gustaba cómo estaba el PP de Vigo. He dado un paso al frente para darle la vuelta», indicó, desvelando que la marcó escuchar al exministro Pío Cabanillas cuando tenía once años. Se declaró como una más de los militantes del partido en Vigo y haber trabajado en la organización desde los trabajos internos más básicos. «No me gustan las quejas, los lamentos y ya está bien de quejarse», espetó a Guerra, apostando por un cambio de tono y alternativas para optar al Ayuntamiento. «Nuestro verdadero rival es Abel Caballero, y nuestro partido debe cambiar para lograr el Ayuntamiento», marcó así un discurso en favor del cambio.

La delegada de la Xunta en Vigo, también apeló a las bases, a su participación, y con Vigo como primer argumento. También se refirió a su rival, sin citarlo, diciendo que «el PP necesita un presidente a tiempo completo, no a tiempo parcial», dijo aludiendo al lastre argumental interno que se le atribuye a Javier Guerra de haber desconectado en los fines de semana cuando fue conselleiro.

A las 13.30 horas se prevé quede proclamado el nuevo presidente del PP de Vigo, el decimocuarto de su historia, que tendrá que hacer frente a la división interna que cargos y militantes históricos de la formación aseguran no haberse registrado en el  nivel actual desde hace décadas.