Cómo y cuándo nos cargamos Samil (II)

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Unas concesiones se escinden para derribar los edificios y otras se prolongan años

16 ago 2021 . Actualizado a las 13:21 h.

Y así llegamos a nuestros días en la crónica de cómo nos cargamos Samil. Nuestra triste historia continúa con la llegada de Caballero a la alcaldía y previamente la ciencia a la playa (aunque ambos factores no están relacionados). Avanzado el nuevo siglo la ciencia confirma la evidencia: la Universidad de Vigo y el equipo redactor del anulado PXOM ratificaban que la playa desaparecía y que cualquier posible recuperación no solo ambiental, sino sencillamente evitar su desaparición física, pasaba necesariamente por tomar medidas urgentes. El cambio climático mordía la costa y el mar aumentaba 2,5 centímetros por década.

 Estos informes determinaban que todas, absolutamente todas las infraestructuras ubicadas sobre el arenal, se tendrían que retirar 50 metros hacia el interior. Solo eso garantizaría sentar las bases para recuperar Samil. Era una condición imprescindible.

 El Gobierno central acudía al rescate y la entonces ministra de todos los medios, excepto el aéreo, (Medio Ambiente, Rural y Marino) Elena Espinosa, anunciaba que se ponía pasta al servicio de la causa. Daba miedo pensar si la ministra entendería esa recuperación como algo similar a lo que se hizo al tirar toneladas de arena en A Punta que el mar, como era previsible para cualquier evaluación de impacto ambiental (¿se hizo alguna?), se llevó en unos meses.

 El problema, siempre hay letra pequeña, es que todo estaba condicionado a que el Concello retirase las infraestructuras sobre el arenal (paseo, polideportivo, piscinas y parques, aparcamientos) y a su vez no renovase las concesiones privadas.

La cosa empezó bien, y parecía que iba en serio, con el derribo del restaurante As Dornas. Quizás convertir después el solar en una pradera de césped con palmeras era una forma un tanto excéntrica de recuperar la vegetación autóctona de un ecosistema dunar atlántico. Tampoco instalar una nécora gigante de granito para hacerse selfis con vistas a las Cíes era exactamente recuperar la fauna, pero no seamos tiquismiquis.

 Sorprendentemente cuando termina la siguiente concesión se decide todo lo contrario, licitar una nueva que ocupará durante décadas el espacio a recuperar (quienes felicitaron el primer derribo fueron considerados vigueses fetén. Cuando los mismos criticaron esa nueva concesión fueron acusados de antiviguismo (para que entiendan el diferente baremo).

 El empate lo resolvería la siguiente caducidad, el Camaleón, y aquí asistimos a un mareo de perdiz mientras el regidor no se decidía si licitar otra concesión, si derribarlo, o si derribarlo pero licitar un poco más atrás.

 Las concesiones se convertían en el baile de la Yenka. Pero, ¿mientras tanto qué sucedía con las infraestructuras públicas que siguen ocupando el espacio a recuperar? Pues que no solamente no se retiran, como condicionan los planes de recuperación, sino que se asientan y se amplían. Paralelamente el proyecto ministerial se metió en un cajón cerrado y la partida presupuestaria desapareció durante los siguientes gobiernos y cuatro ministras (y un ministro).

 La actual titular, Teresa Ribera, a la vista de los presupuestos, tampoco está por la labor de llamar a un cerrajero mientras el Concello no mueva ficha. Por medio de este proceso de «un pasito palante, un pasito patrás» tuvimos docenas de anuncios a cual más hiperbólico de que ahora sí, ahora iba en serio la recuperación de Samil mientras se hacía lo contrario.

 Pero el último anuncio llegó hace unas semanas, y fue muy preocupante: corrigiendo a la ciencia, corrigiendo al PXOM y al proyecto del Ministerio, corrigiendo la evidencia de la emergencia climática y corrigiéndose a sí mismo, el alcalde nos anunciaba que su idea ahora será, algún día lejano, retirar esas infraestructuras entre 15 y 27 metros hacia el interior. Es decir, la mitad o menos de la propuesta científica.

 Es tanto como la crónica de una muerte anunciada. El mar se encargará de hacer el trabajo, pero al menos esa demolición nos saldrá gratis. A lo mejor no nos hemos hecho la gran pregunta: ¿Qué entendemos por recuperar Samil? Y recuperarlo, ¿para qué?

 Permitan un epílogo la semana que viene con la vista puesta en el futuro.