Diego Piñeiro: «La vida deportiva dura poco, hay que vivir nuevas experiencias»

Antía Cuadrado VIGO

VIGO

El vigués deja el Dunkerque para jugar al otro lado del mundo, en Japón

13 ago 2021 . Actualizado a las 11:14 h.

Diego Piñeiro (Vigo, 1994) se embarcó en la aventura del balonmano a muy temprana edad. Por este deporte dejó Galicia con solo 16 años, para probar suerte en León, en el Ademar, donde creció como jugador, llegó a ser capitán del primer equipo. Las últimas tres temporadas las vivió en Francia, como pívot del Dunkerque. Sin embargo, el vigués ha decidido abrir otra etapa en su vida, lanzándose al otro lado del mundo para jugar un balonmano totalmente diferente en Japón, en el Toyoda Gosei. La temporada empieza el 28 de agosto.

—¿Cómo surgió irse a Japón?

—Tenía claro que no quería seguir en el Dunkerque, por el estilo de juego y porque no estaba muy contento allí. Valoré todas las ofertas y la que más me atrajo fue Japón. Es una locura, lo sé, pero creo que, aunque suene fuerte, la vida deportiva dura muy poco y hay que vivir experiencias hasta que se acabe.

—¿Qué espera de esta nueva etapa?

—Espero reencontrarme como jugador. El último año en Francia no tuve todo el protagonismo que querría, no me sentí bien y me gustaría volver a demostrar el nivel que sé que tengo. La temporada pasada cogí el covid y me tuvo tirado mes y medio sin poder volver a jugar como antes. Fue muy duro, perdí 7 kilogramos y no tenía fuerza. En el Toyoda sé que voy a ser una pieza importante. Aunque tenga que adaptarme, que sé que no va a ser fácil, me compensa. Es un balonmano diferente, mucho más rápido y explosivo. Quiero volver a disfrutar como lo hacía antes. La sensación de volver a ser importante y disfrutar de nuevo es lo que me atrajo de Japón.

—¿Cómo empezó en el balonmano?

—De casualidad. Mi abuelo trabajaba en el Octavio y un día nos cruzamos con el presidente del club, nos vio y dijo que éramos grandes, tanto mi hermano como yo. Desde ahí empezamos a jugar al balonmano y me encantó, destacaba bastante, entonces fue fácil engancharse. Toda la categoría base, hasta los 16, la pasé en Vigo, jugando en el Octavio.

—¿Cómo fue irse tan joven a León?

—Me llamaron cuando aún tenía 15 años, pero mis padres consideraron que aún era muy pequeño para irme de casa. Con 16, fiché por el segundo equipo, con posibilidad de ascender. Justo explotó la crisis en el Ademar y me incorporé al primer equipo a final de temporada, y ahí me quedé. Estuve siete años en León hasta ser el capitán del Ademar durante tres temporadas. A esa edad ya tenía claro que quería dedicarme profesionalmente al balonmano y el Ademar me brindó esa oportunidad. El proyecto deportivo me gustó, es un club que trabaja muy bien la cantera. Vi que era una apuesta segura para mejorar mi rendimiento.

—¿Jugar en Francia fue un cambio muy grande?

—Al principio me costó acostumbrarme a la liga, cambiar de país parece más fácil de lo que es. Tienes que habituarte a muchas cosas y a un balonmano totalmente diferente. Fue una experiencia más en mi carrera deportiva.

—¿Es diferente el balonmano español al francés?

—Sí. Los españoles no tienen el físico de los franceses, entonces hacen un juego mucho más táctico. Para el pivote es incluso mejor porque le dan más protagonismo. En Francia hay gente que lanza el balón muy lejos, es un balonmano mucho más directo. No es ni mejor ni peor, simplemente es diferente.

—¿Fue duro irse de casa?

—Lo pasé peor al salir de Galicia, porque era un niño de mamá y pasé de depender de mi familia a hacerlo todo solo. Fue un cambio brusco. El primer mes lo pasé mal, pero luego me acogieron muy bien, aún conservo a mis amigos, después de nueve años. Al irme a Francia también me costó, porque estaba muy cómodo en León, había formado allí mi vida. Siendo el capitán y teniendo tanto peso en el equipo, es difícil abandonarlo. El deporte es así, tienes que salir constantemente de tu zona de confort para crecer, aunque cueste dejar atrás.

—¿Qué le ha enseñado el balonmano?

—Los valores que tengo hoy en día no los tendría si no hubiese practicado un deporte de equipo. Me dio todo lo que soy y lo que tengo.

—¿Se plantea volver a jugar en España?

—Sí, por qué no. Si me dijesen hace tres años que me iría ahora a Japón, no me lo creería. No sabes lo que te deparará el futuro. Ojalá vuelva a jugar en España para estar cerca de los míos. Por el momento, si me sigue gustando como ahora seguiré jugando al balonmano muchos años más.