Las islas Cíes no deberían masificarse

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Medio Ambiente no consideró prioritaria la conservación de la naturaleza en el parque

13 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Nunca deberíamos jugar con fuego, especialmente en un parque nacional, cuando estamos en situación de riesgo extremo de incendios. En realidad, esto es una metáfora porque no queremos hablar de incendios sino de la relación entre el coronavirus y la conservación de la naturaleza, tomando como ejemplo las Cíes.

Pocas veces asistimos a un verano con tantas incidencias en las islas y, encima, en estas circunstancias, pero la culpa siempre es de los demás. Si la gente no respeta la distancia de seguridad en el embarque, la culpa es de esa gente. Si los restaurantes están masificados y no se desinfectan adecuadamente, la culpa es del hostelero. Si en el viaje hace frío y la gente se concentra dentro del barco, la culpa es de las navieras. Si en las playas sube la marea y, ante la falta de espacio, repetimos la masificación, la culpa es de la policía. Si se recogen a diario 150 mascarillas tiradas en el lugar en el que teóricamente los visitantes están más concienciados, la culpa es de la gente. Si ponemos en riesgo la salud de las guías organizando más y más visitas guiadas, la culpa será de las guías que no se separan lo suficiente. Si la gente invade zonas de reserva para hacer sus necesidades o se tira al mar desde el muelle, otra vez culpa de la policía municipal. No es nada nuevo.

Si el Seprona abre diligencias por delitos urbanísticos, la culpa es de Urbanismo del Concello de Vigo. Si la población de especies sensibles está en descenso vertiginoso (o incluso se extinguen), la culpa será de Darwin. Y así sucesivamente.

Ante cualquier problema, la Xunta nunca es responsable. Es sencillo asumir la gestión de nuestro espacio natural teóricamente más protegido cuando se externalizan las responsabilidades y solo se asumen los méritos aunque estos no tengan nada que ver con la gestión, y este verano nos brindó muchos ejemplos, como vivieron entre otras mi admirada Ledicia Costas y como reflejaron los medios.

Volvamos al concepto de jugar con fuego. Objetivamente, a la vista de todos los indicadores sobre la incidencia acumulada de casos de coronavirus, fue una irresponsabilidad que la Xunta tomase la decisión de no aplicar limitación alguna en el número de visitantes de temporada alta a las islas con respecto a cualquier verano normal. Se aplicaron los mismos criterios de máximos sabiendo los condicionantes de riesgo que implicaban, todos ellos previsibles.

A día de hoy, volviendo a la metáfora de los incendios (la política de extinción de incendios siempre funciona muy bien cuando llueve), la suerte y solo la suerte nos acompañó y que sepamos ningún caso de coronavirus se detectó en los visitantes que acudieron masivamente a las islas. Pero seguimos jugando con fuego. Hace un par de semanas, la conselleira de Medio Ambiente metió directamente la mano en la hoguera al garantizar personalmente que las Cíes son «destino seguro» e invitando a que más gente las visite. Si aparece el primer caso de coronavirus entre los visitantes culparán al virus. Porque esa fue siempre, no solo ahora, la prioridad de la Xunta: colgar el cartel de completo en las Cíes y presumir de ello.

El fallido documento del plan de uso y gestión realizado sin proceso participativo puso negro sobre blanco, con toda claridad, cuáles son las prioridades, y la conservación de la naturaleza no lo es. Y llegamos a la parte de la conservación de la naturaleza este verano. El período de confinamiento primaveral parecía lógico que se tradujera en un beneficio para la fauna y flora ante la falta de presencia humana, pero a veces las apariencias engañan y conviene verificarlas. Según todos los indicadores, se confirmó la lógica. Las Cíes no eran una excepción y tenían la excusa perfecta para reducir la presión humana en su época más sensible y priorizar la conservación de la naturaleza (en teoría, su objetivo principal). Hicieron lo contrario.

Por supuesto, en Amigos da Terra somos conscientes de que escribir sobre estas cosas no gusta y que puede conllevar que no trabajemos en el parque nacional en nada que dependa de la Xunta de Galicia.