En la parroquia de Donón, ante las Cíes estaba el gran centro de peregrinación del s. IV para adorar al dios Berobreo
01 mar 2020 . Actualizado a las 01:05 h.Fue mucho antes de que los peregrinos acudiesen a Compostela. O que lo hiciesen a Jerusalén o a Roma, estos últimos los auténticos romeros. Porque las peregrinaciones ya existían antes del cristianismo: en Cangas están documentadas antes de nuestra era y, sobre todo, en el siglo IV con el santuario al dios Berobreo. Hablamos de un lugar mágico, en el monte Facho, en el confín de la península do Morrazo, donde las vistas son espectaculares sobre las islas Cíes. Hoy, sigue sobrecogiendo al visitante en una cima desde la que cada día el sol cae al mar y termina el mundo.
Hasta finales del siglo XX, el culto a Berobreo era desconocido para la historiografía, hasta que trabajos arqueológicos en colaboración con investigadores alemanes dieron a la luz este santuario bajo imperial, activo en el siglo IV, y construido sobre un antiguo y próspero castro de la Edad de Hierro, que siguió activo durante la dominación romana.
O Facho se levanta 157 metros sobre el nivel del mar en la parroquia de Donón, en Cangas. La visita supone un paseo que apenas exige esfuerzo, en menos de media hora desde el mirador de Cabo Home, en el extremo más occidental de la península do Morrazo.
En la ruta hacia la cima, podemos ver petroglifos señalizados, que representan inscripciones de caráter religioso, probablemente vinculadas al dios Berobreo. Arriba, el poblado castreño se encuentra musealizado, con pasarelas de madera que nos permiten visitar las antiguas viviendas castreñas. Los arqueólogos creen que este asentamiento estaba poblado desde el siglo IV a.C., pero que entró en decadencia con el cambio de milenio, para vivir un segundo esplendor hacia el siglo II d.C.
El santuario del dios Berobreo registra el mayor número de exvotos localizados hasta la fecha en la península ibérica. Un total de 174 aras aquí encontradas, algunas de apenas medio metro y otras de 1,70 metros, que conformaban un bosque de aras en lo alto del monte, la residencia del dios. Las inscripciones indican que Berobreo era un lar de la muerte, relacionado con la enfermedad, al que los fieles acudían para pedir salud. El texto más usado en estas aras de piedra rezaba: DEO LARI BREOBREO ARAM POSVI», junto a la fórmula: «PRO SALVTE». Lo que viene a invocar al Dios Lar Berobreo protector de la encumbrada cima.
Además, han sido encontradas aras a medio labrar en piedra y todavía sin inscripciones, lo que indica que había en las proximidades una factoría encargada de fabricarlas para los peregrinos. Porque en el monte Facho estamos ante uno de los más grandes santuarios de la Antigüedad en el Noroeste de la península Ibérica. En una época de bonanza económica y pujanza de los castros de la Rías Baixas, cuando en la ría de Vigo abundaban las salinas y las factorías de salazón que exportaban al resto del orbe romano, mientras las clases acomodadas vivían en villas como la de Toralla, en la playa de O Vao, hoy musealizada y visitable, en el término municipal de Vigo. En la cima del monte de O Facho, hoy vemos una singular construcción en piedra. Se trata de uno de los puestos de vigilancia que, durante el siglo XVIII, se instalaron en lugares estratégicos de la costa de Galicia. Estaban dotados de guardias que vigilaban el horizonte infinito y que prendían fuego en señal de alerta si vislumbraban una escuadra enemiga.
Hoy, en la cima del monte Facho, ante el altar del dios Berobreo, también nosotros podremos escudriñar el infinito, ante el Atlántico y las islas Cíes, en la cumbre de un lugar verdaderamente mágico.