No hay fallo

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua LA TRAPALLADA

VIGO

Oscar Vázquez

La mayoría de los ciudadanos de Vigo creen que no hay ningún problema en la ciudad

14 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Un idioma propio late en cada rincón de Vigo, la ciudad de las patatillas y los manises, en la que se va al chollo en tenis aunque ni sea fácil ni se juegue a la raqueta. La tierra de los jichos ha sido tan prolija en su creatividad lingüística como profusa en su célebre espíritu crítico. Entre paseos en vitrasa nacieron expresiones que parecen tratados sociológicos sobre el carácter local. Quizás «comisión de afectados» sea la principal: un grupo de gente que protestaba, sin una estructura clara y sin nada en común más que la propia protesta, dispuestos a encerrarse en un salón de plenos, tatuar la ciudad entera de pintadas o reventar cualquier acto público que contase con un político. No eran exactamente asociaciones, ni exactamente plataformas, ni exactamente nada; eran comisiones de afectados. Algo genuinamente vigués. Nacían como setas a mediados de los 90. Cada decisión generaba al menos tres: la comisión de afectados a favor, la comisión de afectados en contra y la comisión de afectados en contra de las otras dos comisiones de afectados. Hay quien dice que todo aquello hacía ingobernable la ciudad; hay quien dice que tenía su encanto; y hay también un consenso: eso era la Casa da Collona.

Sondaxe acaba de preguntar a los jichos y a las jichas cuál es el principal problema de la ciudad. Podría haber sido cualquiera: el paro, la crisis demográfica, el retraso del AVE, lo lento que va el vitrasa o los sinsabores de esta vida incierta. Pero no. La deslumbrada mayoría dice que no hay ninguno, ni uno solo. Así que, muerto el espíritu de las comisiones de afectados, nos agarraremos a otra frase del rico vocabulario vigués: aquí no hay fallo.