La conquista pendiente

VIGO

SANDRA ALONSO

27 feb 2017 . Actualizado a las 13:04 h.

Cuando accedí a la presidencia de la Diputación de Pontevedra los medios resaltaron que por primera vez una mujer está al frente de esta institución. Sumamos más de la mitad de la población, el 60% de las graduadas en carreras universitarias y el 45% del mercado laboral de alta cualificación, pero en 2017 sigue siendo noticia que ocupemos cargos de alta dirección institucional, empresarial o social. La igualdad, pese a los avances en todos los ámbitos durante los últimos 40 años, aún constituye una asignatura pendiente de aprobar. Lo que debería ser habitual supone una conquista más para las mujeres.

Queda mucho camino por andar para erradicar la llamada «brecha de género», una fría etiqueta que evidencia la discriminación que sufrimos. Las mujeres jugamos un papel fundamental en todos los campos, desde la ciencia a la cultura, la política o el deporte, pero esta realidad choca con los números: nuestra tasa de empleo es once puntos más baja que la de los hombres, cobramos menos por desempeñar los mismos puestos con diferencias en los sueldos de un 23%, y apenas llegamos a la quinta parte de los cargos directivos en las empresas.

Por si fuera poco, al esfuerzo por mejorar en el ámbito laboral se suman las limitaciones para conciliar nuestras responsabilidades laborales con la familia, y aún así dedicamos casi dos horas al día más que los hombres a actividades en el hogar y familiares, según los datos del INE. Nos esforzamos más, pero la vara de medir es diferente y nos enfrentamos a continuas barreras a diario.

Conquistar de una vez por todas la igualdad debe ser una de las grandes prioridades mundiales en el siglo XXI, aunque lamentablemente hemos visto retrocesos, con un presidente del país más poderoso de la tierra comportándose de forma zafia, machista e intolerable. Las mujeres tenemos que ganar la batalla sumando espacio, dando visibilidad a nuestro trabajo y abriendo los ojos a quienes se empeñan en mantener vivos los clichés machistas. Y debemos lograrlo, con el conjunto de la sociedad, utilizando todos los mecanismos a nuestro alcance y en todos los ámbitos: en casa, el trabajo, la calle y las instituciones. En este desafío la educación juega un papel clave. Es obligación de todos combatir la desigualdad en el presente, y erradicarla en las generaciones futuras desde la cuna.

Las diferencias son claras en las grandes magnitudes, pero también se manifiestan en los pequeños detalles. La publicidad sexista, el lenguaje discriminatorio y los presuntos chistes, comentarios e insultos machistas en la calle y las redes sociales son una constante. Debemos reprobar estas conductas, ya sean comentarios en apariencia inocuos o comportamientos lamentables que retratan a primera vista a quienes los muestran.

¿Y qué decir de la violencia machista física? Asistimos espantados a agresiones y asesinatos, guardamos minutos de silencio por crímenes deleznables, y nos horroriza ver cómo se suceden nuevos casos. No podemos admitir ni uno más. ¿Qué más tiene que pasar para alcanzar un pacto de Estado y parar ya esta masacre?

Que una mujer presida una diputación provincial no debería ser noticia, pero sé que simboliza un logro para nosotras y desde el principio del mandato este gobierno tuvo la igualdad por bandera. Hemos puesto en marcha iniciativas como la escuela María Vinyals, en materia de formación; damos visibilidad a la lacra de la violencia de género y concienciamos a la población con proyectos como Mulleres en Acción: Violencia Cero. El ciclo Cinema e Muller muestra el gran trabajo de las mujeres en el audiovisual y la cultura, elaboramos una guía de lenguaje inclusivo y organizamos encuentros de mujeres rurales.

Son muchas las iniciativas, pero todos los esfuerzos son pocos para lograr la igualdad, y no cejaremos en el empeño de conseguirla en este territorio. Queremos un mundo en el que no se juzgue la capacidad y valía de alguien por ser mujer u hombre. Entre todas y todos desterremos para siempre esa malsonante «brecha de género». Llevará tiempo, pero creo firmemente que podemos conseguirlo.