La camisa blanca

VIGO

15 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Intenta el PSOE renovarse, porque se ve morir. Borrar su pasado, cambiarse de traje, mudar el discurso, proclamar un nuevo tiempo y renovarse, renovarse a marchas forzadas. Y en estas aparece Carlos Príncipe. Yo no sé si el exalcalde es una buena o una mala persona, si quiere hacer daño al PSOE o solo defiende la democracia, si es majete tomándose una caña o es un plasta insoportable. Príncipe puede caer bien o caer mal, puede parecer una persona extravagante o un ciudadano de mente brillante, un político inteligente o un rescoldo del pasado, un tipo decente o un oportunista. Digo por decir porque a mí me da igual. Puede parecer lo que sea, pero cómo sea Carlos Príncipe es lo de menos. Lo de más es que el PSOE intenta renovarse para no morir y un militante que conoce bien el partido ha denunciado que una veintena familiares de cargos públicos cobran del Ayuntamiento o sus contratas. No está mal para el PSOE, antaño principal ariete contra el enchufismo con el sello made in Baltar. Tampoco está mal la respuesta de ese mismo PSOE: echar a Príncipe y recomendarle que cierre la boca. Por dignidad, dice. Así que el renovado PSOE no quiere saber nada del asunto. Podía, por ejemplo, haber negado los datos. «No, señores, no hay más de veinte familiares de cargos colocados en el Ayuntamiento». O podía decir que los datos son ciertos y que está bien que toda esa gente cobre del Concello porque: 1) Son personas capacitadas para sus puestos, con una trayectoria ejemplar en sus ámbitos; o 2) Al PSOE le gusta premiar a sus militantes y conseguirles trabajo en esta época de crisis. Pero no. Pedro Sánchez, que recibió el apoyo de Abel Caballero -el segundo alcalde más importante del PSOE- para ser secretario general, ha preferido callar al denunciante.

angel.paniagua@lavoz.es