La maldición de Borrell

Carlos Punzón
Carlos Punzón PUNZADAS

VIGO

02 oct 2013 . Actualizado a las 11:42 h.

Nunca olvidaré la cara que el ministro Josep Borrell puso cuando presto a visitar las obras del túnel de la autovía en A Cañiza se le preguntó por la fecha en la que el Ministerio de Obras Públicas llevaría a cabo la reforma de las peligrosas curvas de Tameiga. «¡Nunca están contentos! Aún no hemos acabado la obra por un lado y ya nos están pidiendo que arreglemos el otro», espetó a la prensa con los ojos saliéndose de las gafas. Casi un cuarto de siglo ha pasado desde aquella jornada en la que el ministro aterrizó con un helicóptero en plena carretera, obligando a parar el tráfico para visitar obras sin derecho a preguntas molestas. Desde entonces la reforma de las curvas de Tameiga han aparecido una y otra vez en los presupuestos del Estado, con partidas raquíticas que son acompañadas de previsiones de gasto para años posteriores que nunca se dan alcanzado, como les pasa a los burros con la zanahoria que les ponen delante de la cara.

Como no podía ser de otra manera, la reforma de la autovía entre Vigo y O Porriño figura de nuevo en las cuentas del Ministerio de Fomento para el 2014. Cien mil euros se podrán gastar en el proyecto fantasma el año que viene, y dentro de dos (la zanahoria) 2,6 millones. Nada hay consignado más allá del 2016. «Nunca están contentos», podría decir Ana Pastor como en su día dijo Borrell notablemente enfadado. Su maldición lleva sobrevolando un cuarto de siglo el área metropolitana y proyectos como el puerto seco, la línea del AVE a Madrid por Cercedo, la salida sur ferroviaria o la Ciudad del Mar entre tantos otros diseños frustrados, entre los que déjenme que dé la medalla de plata a la mítica carretera Seminario-Corredoira, una especie de autopista al más allá que durante dos décadas también figuró en los presupuestos de la Xunta sin que nunca se llegara a mover una piedra.

@carlospunzon

«¡Nunca están contentos!», dijo airado el ministro