Al panteón de malos malísimos ha sido elevado Joaquín Almunia, a la altura del Hombre del Saco, Fendetestas y el pérfido Sacamantecas. Tanto se ha personalizado en este señor el desastre del tax lease que también cobra tintes de supervillano del cómic. Lex Luthor, The Jocker y el Doctor Octopus se nos presentan como unos pardillos comparados con El Comisario. Luego los niños no duermen...
Hasta el PSOE se apunta a la demonización de Almunia. Porque es más fácil personalizar un mal que tomarse la molestia de analizar con rigor qué diablos ha pasado con el tax lease. El pueblo pide villanos. Y a políticos y a medios les encanta fabricarlos.
Poco importa que no resista la mínima lógica pensar que Almunia desee hundir el sector naval en España. Porque no se trata de una decisión personal. Pero volvemos a una interpretación mitológica del mundo, como si el pueblo no pudiese digerir argumentos complejos.
Muchos inversores y bancos tendrían que devolver los impuestos que se ahorraron con el tax lease. ¿Es esto malo? Podría ser. Pero peor está siendo lo de los ahorradores en preferentes y no se ve tanta solidaridad.
Dicen algunos que obligar a esas devoluciones comprometerá la financiación futura de los astilleros. Tal vez. Pero no sería así si, por ejemplo, hubiese una banca pública. Que recogiese el dinero de impuestos devuelto por esos bancos e inversores y lo dedicase a financiar el propio naval.
Salir a la calle solo para que los bancos no devuelvan los impuestos no me acaba de encajar. Cuando, desde el 2006, sabían que la UE consideraba ilegales esos productos financieros. Mejor sería analizar qué se hizo mal. Y quiénes son los responsables, políticos y financieros, para pedirles cuentas. Pero es más útil que la gente mire para otro lado: «¡Allí, allí, El Pérfido Comisario!».
Peor está siendo lo de los ahorradores en preferentes
eduardorolland@hotmail.com