Un puerto triple A

Diego Pérez Fernández
Diego Pérez CONTRAPUNTO

VIGO

18 dic 2012 . Actualizado a las 15:04 h.

Vigo es su puerto. Así, sin más. La pesca, la industria naval, la Zona Franca y Citroën han sido y siguen siendo el sostén de la ciudad, y ninguno de ellos existiría sin el puerto. Todo cuanto se ha levantado en esta urbe y sus alrededores es, directa o indirectamente, fruto de los muelles que se han creado a lo largo de la franja litoral: el turismo que se sustenta en los mejores pescados y mariscos de España, en las Islas Cíes, en los cruceros y en la náutica deportiva; la historia que ha dejado huellas indelebles como el Cristo de la sal, la expulsión en barco de las tropas napoleónicas y el mítico tesoro de los galeones que se hundieron en la ría, con los que fantaseó el mismísimo Julio Verne; las lonjas de O Berbés y los centros de investigación de Bouzas, Toralla y Saiáns; infraestructuras definitivas para el desarrollo económico como la llegada del ferrocarril al Areal a finales del XIX y la construcción del puente de Rande un siglo después. Con el mar, y no con otra cosa, hay que relacionar a los personajes más relevantes y que más amaron a su tierra, desde Martín Códax hasta Valentín Paz Andrade, pasando por la sardinocracia de los Curbera y los Barreras o por quienes cruzaron el Atlántico para hacer fortuna y convertirse luego en mecenas locales como Policarpo Sanz, García Barbón o Ramón Nieto.

¿Cómo encajar, entonces, que Bruselas no admita a Vigo en el club de los puertos prioritarios? Los burócratas de la Comisión Europea se han comportado como Standard & Poor's rebajando la nota de una gran potencia. Pero uno ya no está seguro de si estamos ante una agencia de calificación perversa o ante políticos sin peso. Digan lo que digan, Vigo es un puerto triple A y no va a desaparecer del mapa. Aunque carezca de un alcalde o un ministro que respondan por él, tiene el mejor aval: su historia.

diego.perez@lavoz.es