Los dos mosqueteros del tenis moderno disputan hoy el título del torneo de Roland Garros. Cuando menos se esperaba, se vuelven a cruzar en la final Rafa Nadal y Roger Federer, los dos grandes referentes del tenis de principios de siglo. Uno busca el sexto título, una hazaña solo conseguida por Bjorn Borg antes de retirarse hastiado de la presión de la máxima competición; el otro parece ya solo continuar por el placer de jugar, con 16 grandes en su palmarés. Uno nació especialista en tierra, corre por las cuatro esquinas de la pista y maneja una actitud de hierro; otro encarna el ideal estético del deporte de la raqueta, inventa golpes en cada partido y solo conjuga el verbo atacar. Pasen y disfruten de un duelo (casi) irrepetible (La 1 de TVE, Eurosport, 15.00).
Si el estadio de Roland Garros se creó a mayor gloria de los cuatro grandes del tenis francés de los años 1920 y 1930, Jean Borotra, René Lacoste, Jacques Brugnon y Henri Cochet, que dan nombre a la copa del Abierto de Francia, Nadal y Federer se enfrentan como los dos mosqueteros de la era moderna.
Crisis y recuperación
Hasta hace un mes, Nadal sería considerado abrumador favorito en cualquier encuentro contra Federer en tierra batida. Por fiabilidad, experiencia, prestaciones, mentalidad y confianza en sus enfrentamientos con el suizo. Pero el español emitió señales equívocas en las últimas semanas mientras se sentía impotente para frenar la ascensión de Novak Djokovic, también en tierra. Su reacción de los dos últimos partidos no hace más que añadir interés a la final.
«El mejor partido de Roger»
Federer no juega una final de un grande desde que ganó la de Australia del 2010. Ofreció, sí, un recital en el Masters de Londres del otoño pasado, pero se diluyó en la gira de tierra previa a Roland Garros. Claro que todo eso es palabrería cuando uno lo ve abrumar a Djokovic en la madre de todas las semifinales. Según escribe Mats Wilander en L?Equipe, fue «el mejor partido de Roger sobre tierra».
«Siempre es un honor jugar contra él y no es una sorpresa verlo en otra final de un grand slam», elogia Nadal, que ve un abismo de diferencias entre el duelo de hoy y los precedentes. «Tres años después, es imposible comparar los partidos», dice de su paliza del 2008. Aunque no haya cambiado su táctica, «hacerle sentir que no puede golpear la pelota con comodidad». «Tiene un servicio espectacular. Se te puede meter dentro, te puede subir a la red, te puede tirar golpes ganadores de cualquier lado, se está moviendo muy bien....», ilustra Nadal.
«No estaba tirado en la playa, hice mis sacrificios», se reivindica Federer, a los 29 años, sobre los meses en los que estuvo huérfano de títulos. Ya sabe lo que es ganar Roland Garros. «No sé cuantas veces [Nadal] me ha derrotado aquí, y nunca he dejado de creer en la victoria. Por eso pude ganar en el 2009», explicó tras cortar la racha de 43 triunfos de Djokovic.