«No se puede hacer cómic pensando en el dinero»

Begoña Rodríguez Sotelino
B. R. Sotelino VIGO/LA VOZ. |

VIGO

El dibujante, autor de una trilogía sobre la Guerra de Cuba influido por su devoción por el país caribeño, prepara un libro sobre la División Azul

31 may 2010 . Actualizado a las 12:37 h.

El de Fran Jaraba es un caso raro en el sector del cómic por sus contadas apariciones en él. En el año 2000 inauguró un género en Galicia al ser el primero en publicar en gallego un cómic con tratamiento realista de corte histórico: Cita en La Habana . Así nació una trilogía ambientada en la Guerra de Cuba, «que allí llaman Guerra de Independencia», aclara. El proyecto, dotado de una preocupación exquisita por la documentación histórica, y que Xerais editó tanto en castellano como en gallego, tuvo sus siguientes entregas en el 2004 ( Campos de Cuba ) y en el 2008 ( Terra Libre ) para recrear la vida de Maxi Torres, un joven que cruza el Atlántico para plantarse en la isla en busca de su amor.

Ahora entra por la puerta grande para llegar al público en todas las esquinas del país, ya que lo ha fichado la editorial Glénat publicando la trilogía completa en un solo volumen titulado De sangre y ron mi Cuba , con el que cierra este ciclo. El autor acaba de presentar el libro en el Salón de Barcelona y allí tuvo la oportunidad de conocer a su admirado Giraud, que le dejó sorprendido «porque conocía mi trabajo», cuenta.

Un primo cubano

No es casual la temática que eligió para debutar tardíamente en la confección de historietas. La devoción que demuestra por el país caribeño viene de antiguo: «Me fascinaba Cuba antes incluso de conocerla, pero me resulta difícil explicarlo. Cuando era un chaval me empezó a interesar su literatura, su música, todo lo que tuviera que ver con el país. Fui allí por primera vez en 1987», recuerda. Luego volvió tres veces más en persona, y en cientos de ocasiones con la imaginación. Aunque no entendía de dónde le venía el interés por el país del ron, el azúcar y el son, resulta que prácticamente lo lleva en la sangre. «Me surgió un primo. Hace unos años apareció un policía municipal en la puerta contándonos que había llegado al ayuntamiento una carta de un cubano que buscaba parientes con el apellido de mi madre, Bará, y resulta que sí, que compartíamos un antepasado, Faustino Bará, el tío de mi abuelo. Y en los dos últimos viajes estuve con él. Eugenio Bará es un tipo encantador, un artista que trabaja en teatro haciendo dirección artística. Me regaló un collar de los que usaban los guerrilleros en Sierra Maestra y su padre hizo guerrilla urbana», relata.

Jaraba, que es profesor de dibujo artístico y técnico y da clases a alumnos de Secundaria en un instituto en Pazos de Borbén, tardó años en estrenarse como dibujante de cómics. En realidad, se curtió como ilustrador de libros tras una etapa errática. «A los 20 años empecé un período hippy en Santiago», bromea. «Estuve haciendo teatro con Eduardo Alonso y Luma Gómez. Fue una experiencia bonita, pero luego me reconduje. Volví a la carrera de arquitectura en A Coruña, que acabé», explica. Y también fue por aquella época cuando tuvo su primera experiencia con el cómic, al editar el fanzine Xofre , junto a Miguelanxo Prado y Xan Carlos López. Poco después empezó a colaborar como ilustrador con varias editoriales, y lo ha hecho durante más de veinte años hasta que fue acercándose al cómic. «Es un salto difícil de dar porque la ilustración funciona muy bien. Entregas un libro, lo cobras y listo. En cambio, al cómic no se le saca rentabilidad. Son muchas horas y económicamente no compensa, pero lo que yo hice fue no pensar en la rentabilidad, porque tengo mi sueldo como profesor. A lo mejor el día de mañana que da dinero, pero lo mejor es no pensar en ello. El cómic no se puede hacer pensando en el dinero», atestigua.

Arquitecto por equivocación

En cuanto a sus estudios, detalla que llegó a trabajar un par de años como arquitecto, «pero me «descolegié» hace mucho. No me sedujo». El dibujante confiesa que empezó arquitectura porque le convencieron, «fue por equivocación, no por vocación», cuenta. «Dibujaba bien y me dijeron, venga, que tú puedes con las matemáticas, pero no es suficiente», razona, aunque ahora reconoce que esa base le sirve para recrear ambientes creíbles en sus viñetas. Una vez cerrado el ciclo de Cuba, Fran Jaraba ya ha abierto las puertas a otro, y casualmente, la historia, materia que obviamente le apasiona, también toma el protagonismo de sus páginas tras una ardua labor de documentación. «Me atraen mucho las aventuras de ambientación histórica en medio de conflictos bélicos», admite. En esta ocasión, el dibujante prepara un trabajo que versa sobre la División Azul y al tiempo está experimentando con las nuevas tecnologías. Dibuja a lápiz y después lo escanea y le da color en el ordenador sobre la pantalla táctil. «Estoy disfrutando mucho», confiesa.