La apertura el jueves de la muestra Xoias da colección Álvarez contó con una sorpresa añadida, la presencia de Moisés Álvarez, nieto del fundador de la fábrica de cerámica de Cabral, que en la actualidad reside en Madrid. Visiblemente emocionado, dio las gracias a los organizadores por posibilitar la contemplación de una serie de piezas que «son el resultado del esfuerzo de un grupo de personas que en su día tuvieron fe en el fruto de su trabajo». Algunas de esas personas también estuvieron presentes en el acto.
Cuenta Moisés Álvarez que la factoría de Cabral fue su vida desde niño. «En casa no se hablaba más que de la fábrica». Dice también que fue su padre el que determinó prácticamente desde que nació su futuro profesional. Recuerda que siendo muy pequeño un día le dijo «tú vas a ser ingeniero». En efecto, terminó licenciándose en Ingeniería. Añade que cuando acabó los estudios otro día le dijo «tú vas a hacer platos» y le envió a Inglaterra a aprender el oficio.
Moisés Álvarez padre no eligió para esos primeros pasos de su hijo en el oficio un destino cualquiera, sino que se decantó por Stoke on Trent, considerada la capital inglesa de la cerámica. De hecho, también se la conoce por The Potteries (los cacharreros).
Sólo después de pasarse un largo año aprendiendo a pie de obra los entresijos del trabajo manual de la porcelana en tierras de la Gran Bretaña, su progenitor decidió incorporarle a la nómina de la empresa familiar en Vigo. Corría el año 1961. Tres lustros más tarde la firma pasaría a manos del Instituto Nacional de Industria (INI).
El resto de la historia, es bien conocida en la ciudad. Como no podía ser de otra forma, a Moisés Álvarez le sabe especialmente mal el final. Confiesa que algunas de las veces que viene a Vigo, donde viven dos de sus cuatro hijos, se acerca hasta Pontesa, «pero a Cabral no, porque me duele más», afirma.
Después de contemplar la singularidad de las piezas que se muestran en la ?Casa das Artes, cuyo valor histórico y artístico es evidente, una se pregunta cómo serán las que, como oro en paño, guarda la familia Álvarez en su particular museo. En realidad, habría que decir museos ya que, según comenta el patriarca, dichas obras encuentran repartidas en varias casas.
Dicen los que han tenido oportunidad de contemplar las piezas de ese particular museo que son auténticas joyas. Y es que Manuel Álvarez Pérez, fundador de la empresa en los últimos años 20, inauguró en su momento una costumbre que mantendrían luego sus sucesores: cada vez que un plato, un jarrón o una figura salida de las manos de los artistas de la casa rozaba la perfección, pasaba a formar parte de la colección personal de la familia.
El hecho de que se invirtieran más de seis meses en pintar algunas de las piezas (siempre a mano), da una idea del posible valor de las mismas. Buena parte de esos trabajos se realizaron bajo la supervisión de José Fuentes, director artístico que colaboró directamente con Moisés padre durante muchos años. Para él tuvo un recuerdo especial el pasado jueves el nieto del fundador. José Fuentes tenía una habilidad muy poco común, y es que pintaba igual (de bien) con las dos manos.
«A ver si somos capaces de conjugar ambas cosas según lo previsto», comentó el concejal de Patrimonio, Eudosio Álvarez, antes de dar paso a la segunda sorpresa del acto. Consistió ésta en la actuación de la coral Alborada mientras en una de las paredes de la Casa das Artes se proyectaba el documental Álvarez. El espíritu de la colmena, con imágenes procedentes de los archivos de NO-DO, en el que se recogía el proceso de producción de Álvarez en diversos momentos de los años 50 y 60, trufado con algunos testimonios de trabajadores. El tándem músico-visual resultó perfecto ya que, algunas de las voces de la agrupación de Cabral también formaron parte en su día de la plantilla de Álvarez.
El punto final lo puso una visita guiada por la propia comisaria de la exposición, Beatriz Liz. Los asistentes siguieron con especial interés las explicaciones sobre los detalles de la llamada copa Perón, realizada con motivo de la visita que Eva Perón hizo a Vigo en junio de 1947. Otro foco de atención fue la vitrina que alberga varias piezas de la vajilla que encargó la Casa Real para la boda de la Infanta Elena con Jaime de Marichalar. Un pergamino con su correspondiente sello notarial avala la autenticidad.