«Compro vehículos de segunda mano para venderlos en mi país»

Xulio Vázquez

VIGO

El dinero que ahorra como fontanero y electricista lo invierte en una pequeña empresa de importación y exportación

15 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Encarna al emigrante que va en busca de fortuna. Pero en su caso no se puede decir que quiere hacer las Américas, sino más bien las Europas. Vino a Vigo con la idea de acumular un pequeño capital para retornar a su país de origen y montar un negocio que le permita vivir desahogadamente. Y lleva camino de conseguirlo. José Alberto Fleitas Domínguez (39 años) es natural de la ciudad de Juan León Mallorquín en el Alto Paraná (Paraguay). No le falta trabajo desde que llegó aquí hace tres años. Además, no necesita de ninguna empresa, porque lo hace por su cuenta y le sobran clientes. Es mecánico, pero también sabe de fontanería y de electricidad. Desde que se puso manos a la obra, no para de hacer reparaciones. A su currículo particular añade que también es tornero y soldador. «En Juan León trabajé de mecánico, arreglando coches y tractores», indica. Dice que su ciudad natal es pequeña y sus alrededor de 6.000 habitantes viven de la agricultura y ganadería. Se decidió a emigrar, porque su sueldo no pasaba al cambio de los 200 euros al mes. Aunque, si le pagasen en monedas, tendría que llevar una furgoneta, porque cobraba 1.400.000 guaraníes. También contribuyó a ello el hecho de que su madre ya había venido a Vigo antes que él y fue quien le envió el dinero para el pasaje. «A mi madre le habían ofrecido ser empleada del hogar por medio de una amistad y no se lo pensó dos veces», señala. Por su cuenta A los pocos días de llegar, José Alberto Fleitas fue contratado por una empresa de fontanería. «Estuve trabajando nueve meses, hasta que decidí hacerlo por mi cuenta, porque tenía un sueldo de 1.150 euros al mes y vi la posibilidad de ganar mucho más», afirma. Estaba en lo cierto, porque su salario se iba a multiplicar por dos o por tres, incluso algún mes consigue ganar algo más. Hace todo tipo de trabajos relacionados con la fontanería, electricidad, pintura y albañilería. La clave de su éxito es una receta muy simple: «Trabajo a destajo, incluso algunos festivos. Así no me afecta la crisis». Pero no se dedicó a meter el dinero en el banco, sino que lo ha puesto a negociar él mismo. «Monté una pequeña empresa de importación y exportación en mi país, junto con una prima y un hermano que están allá. Estoy comprando coches y motos de segunda mano para venderlos en Paraguay», explica. Solo compra coches que no tengan más de diez años y que aún se encuentren en buen estado. «Ya envié seis vehículos vía marítima en un contenedor que alquilé por 2.800 euros. Alguno es de la marca Renault y otros de Mercedes. Incluso compré un camión grande por 3.000 euros y lo metí en ese lote, junto con unas motocicletas. Precisamente me regalaron una antigua de la marca Motorino, pero no la venderé, porque es para mí», manifiesta. Asegura que no le han metido gato por liebre, porque los ha examinado a fondo, como buen mecánico que es. Una vez que le haga algunas pequeñas reparaciones, sobre todo de chapa y pintura, por lo que al camión se refiere, no descarta venderlo por unos 20.000 dólares. «En mi ciudad hay mucha falta de vehículos, porque en Paraguay no hay fábricas de coches y se los tenemos que comprar a Brasil y a Argentina. Pero también estoy mirando la posibilidad de traer otros productos de mi tierra y venderlos aquí, como pueden ser plátanos u otro tipo de frutas. Empecé llevando cosas y ahora también las quiere traer», argumenta. «A medida que mis familiares van vendiendo los coches, me mandan dinero para que pueda seguir comprando y mantener el negocio. Ahora, cada tres meses envío un contenedor con coches y otras cosas», dice. Antes de regresar quiere hacer algo por sus vecinos de Juan León Mallorquín. «Pienso comprar una ambulancia, porque allá no la tenemos y puede evitar que no se mueran, sobre todo los pobres», afirma.