La paellera

VIGO

25 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

No sé por qué Corina Porro especula con levantar una nueva fuente en el puerto. Si ya tiene una. En concreto, un auténtico adefesio al que los vigueses llamamos La paellera. La singular obra fue diseñada por el «recordado» arquitecto Vázquez Consuegra (aún vive, pero nos acordamos mucho de él), autor también de las pérgolas metálicas que adornan As Avenidas e introductor de la piedra gris extremeña en todo el conjunto de Abrir Vigo al Mar. En el culmen de su arte, el diseñador nos regaló con la «rehabilitación» de la zona de O Berbés, cuya grandeza y oportunidad no merecen más comentarios.

En el caso de La paellera, no pudo completarse la intención del artista. El proyecto original incluía un sistema de bombas y relojes que, a las horas y a las medias, proyectarían formidables chorros al aire. Por suerte o por desgracia, la idea quedó en nada. La fuente ya perdía agua por sí sola, sin necesidad de mayores charfarizes. Y alguien se percató de que cada anuncio horario iba a ser un gran remojón para coches y motos. El mecanismo fue así descartado, sin que se conozca si terminó en el bidé de algún contratista o concejal.

El ejemplo de La paellera resulta tranquilizador, pues una cosa es un proyecto y otra su ejecución. Y es probable que la fuente «cibernética», «multimedia» y «de última generación», visible desde todo Vigo, que quiere construir Porro en el puerto se quede en un vulgar caño para abrevadero de las gaviotas, que sería la opción menos mala. San Roque nos libre de este tipo de proyectos creativos, que suelen acabar como La paellera, que es ya una fuente emblemática de Vigo. Los turistas, cuando la ven, se imaginan en Valencia y algunos hasta se acercan, con el plato de plástico en la mano y la ilusión de comer paella gratis, creyendo que van a salir en España Directo.

La multinacional Procter & Gamble haría en La paellera un emocionante anuncio de Fairy, en la que podrían competir los vecinos de Candeán contra los de la plaza de Compostela, en una revisión del ya clásico Villa Arriba y Villa Abajo.

Por si las virtudes de tan singular obra de arte no hayan sido bien cantadas, concluiremos reseñando que, merced al material en que fue construida, cada cierto tiempo produce unos óxidos ferrosos que dotan a sus chorros de un sospechoso tono marrón. El espectáculo de las aguas coloreadas hace sospechar que padezca una fuga proveniente de las cloacas. De seguir así, La paellera terminará por sustituir a la plaza de América como la fuente para celebrar las cosas del Celta, que ya no son un ascenso o una Uefa, sino mantenerse en Segunda o que se cierre alguna extraña operación «acordeón».

Tales son las obras que, a veces, ornan nuestra ciudad. Así que los dioses nos libren de nuevas ocurrencias, por muy cibernéticas y multimedia que nos las anuncien. eduardorolland@hotmail.com