«La última vez que hice recuento tenía 16.000 cómics»

VIGO

El guionista de «Padre Casares» y «Las nuevas aventuras de Esther» es un fanático de los tebeos, deuvedés raros y series de TV

22 jun 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Carlos Portela Orjales (Vigo, 1967), es un tipo realmente afortunado. Su trabajo y sus pasiones son la misma cosa. Esa rara casualidad de la que disfrutan sólo unos cuantos mortales, le convierten en un ser feliz que después de pasar jornadas maratonianas escribiendo películas y series, llega a casa y lo primero que hace es... ¡ver películas y series! Actualmente es director de desarrollo en Voz Audiovisual, y el responsable de las cosas que hace y dice el Padre Casares y todos los personajes que cada lunes en la TVG consiguen eclipsar al mismísimo Gil Grissom, pulverizando los índices de audiencia de los casos de C.S.I. Las Vegas. El autor de tal hazaña mediática fue guionista del Xabarín Club , en el que además presentó el Consultorio del Dr. TNT . De su cabeza han salido los diálogos de decenas de capítulos de series como Entre bateas , Galicia Express , A vida por diante o Maridos e mulleres , aunque su récord lo batió con las 171 escaletas que firmó para la serie Rías Baixa s.

Fabricante de «bocadillos»

El autor, que también ha sido guionista de largometrajes como El año de la Garrapata y Hotel Tívoli , empezó a principios de los 80 escribiendo historietas en fanzines locales y en el ámbito del cómic ha desarrollado una importante carrera como gestor (es subdirector junto a Miguelanxo Prado del salón coruñés Viñetas desde o Atlántico), y como guionista. Son suyas las tramas y «bocadillos» de Impresiones de la Isla , con Fernando Iglesias; de Gorka , con Sergi Sanjulián y F. Iglesias; de Los Heresiarcas, con Das Pastoras o del bum nostálgico Las Nuevas Aventuras de Esther , realizado junto a Purita Campos. Un cúmulo de casualidades le hizo encontrarse con esta dibujante septuagenaria, pionera en un sector copado por los hombres, que hoy no sólo sigue en plena forma, sino que disfruta del éxito a lo grande. Del renacimiento en seis nuevos libros del personaje de Esther, que Carlos ha convertido en treintañera divorciada, se vendieron 20.000 ejemplares del primer álbum y el segundo lleva el mismo camino. «Me alegro muchísimo sobre todo por ella, porque trabajó en tiempos muy duros para los dibujantes. Es una fuera de serie. Verla trabajar me alucina», cuenta.

Con semejante currículum, es fácil de adivinar por dónde van los gustos, filias y pasiones de este vigués que creció entre tebeos y series en blanco y negro cuando en la tele sólo había aquello que llamábamos la primera cadena y el UHF. Carlos, que fue introducido por su hermano, cinco años mayor que él, en el mundo de los superhéroes de la banda diseñada, recuerda que se iban a rastrear quioscos como el del Paseo de Alfonso o un almacén de distribución que había en la calle Loriga.

Portela reconoce que básicamente «acumula» historietas y libros. De lo primero no sabe ni cuántas tiene. «La última vez que hice recuento tenía 16.000 y desde entonces dejé de contar. No es tanto -razona- teniendo en cuenta que llevo comprando cómics desde los 9 años». Entre sus tesoros guarda con orgullo un original del álbum Trazo de tiza , que le regaló Miguelanxo Prado, y otro de Kamandi , que le regaló Jack Kirby. Los libros también ocupan decenas de metros de estanterías en su casa, pero su última locura es un soporte, el DVD, y un contenido: sus películas favoritas en las ediciones más raras que encuentra, y las series de televisión, antiguas, nuevas, y hasta las que aún no se han emitido en España pero que él consigue comprando a través de Internet. «Es la panacea de los cinéfagos y adictos a las series como yo», cuenta entusiasmado. Carlos Portela confiesa que su profesión es su mayor hobby : «Soy felicísimo trabajando y soy consciente de mi suerte, pero al mismo tiempo pienso que hay que estar al día en lo que se hace en el mundo. No me vale la postura esa de 'yo hago series pero no las veo'». No, él ve todas las que puede. Afortunadamente para su salud, necesita dormir poco. «Creo que en general, la creación es un batiburrillo de lo que has visto y leído. Regurgitas lo que vas aprendiendo», opina. Y aprende de todo. El guionista también hizo sketches para el incombustible programa de variedades Luar , del que guarda muy buenos recuerdos porque además de pasárselo bien, se llevó las primeras fórmulas para resolver problemas a ritmo de show televisivo, es decir, rápido.

Pero volvamos a las filias enlatadas del padre del Padre Casares, a las series inglesas como Doctor Who (cuya cuarta temporada sigue en versión original porque no puede esperar a que la subtitulen), a las americanas Pushing Daisies , S exo en Nueva York o Mad Men , a melodramas japoneses o surcoreanos que le dejan estupefacto, o a los foros de coleccionistas donde consigue rarezas que son auténticas joyas del diseño audiovisual. De hecho, apunta que el DVD ha marcado escuela en este terreno. «Para mí, son mis fetiches y objetos de decoración de la casa. Al fin y al cabo, una película la ves una o dos veces, pero las cajas de deuvedés que tienes en el salón, las ves todos los días». Y las tiene variadas y preciosas.

«Amélie», una obsesión

Los estudios de animación Ghibli le proporcionan grandes momentos de placer audiovisual cuyas producciones guarda en maletas editadas a todo lujo. Por otra parte, Amarcord , de Fellini, In the mood for love , de Wong Kar-Wai y Amélie , son tres de sus filmes favoritos. De este último tiene hasta 20 ediciones distintas (una japonesa con la caja de galletas y fotos del enano de jardín o una alemana envasada en una lata como la de las canicas, entre otras). Hasta una reproducción de la lámpara con forma de cerdo ilumina su mesilla de noche. Como experto, informa de que Asia y Francia son el paraíso del coleccionista de la edición especial. Portela ve a veces series bajadas de la red, «bien ripeadas en 2.0, pero luego, -confiesa-, necesito tenerlas en 5.1». Además, como profesional del audiovisual, opina que hay que apoyar a los creadores pagando por tener sus obras, «porque si algo te gusta, cómpralo para que la gente que lo hace lo pueda seguir haciendo», argumenta.

Carlos tiene una hija pequeña que cuando le ayuda a conseguir joyitas, como las películas de Bela Lugosi en un pack con forma de ataúd que ella localizó, se llena de orgullo. Hay aficiones que se heredan.