La aprobación del Plan General salva un ejercicio en el que las grandes obras y los ansiados y viejos proyectos de infraestructuras todavía no pueden ser visualizados
18 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.A punto de cumplirse un año desde la celebración de las últimas elecciones municipales, Abel Caballero acostumbra a decir que todo lo que Vigo demandaba desde hace décadas se ha puesto en marcha desde que en el verano pasado ocupó el despacho de la alcaldía. Auditorio, AVE, Ciudad del Mar, Ciudad de la Justicia, ampliación del puente de Rande, nueva terminal en Peinador, cuarto hospital, ampliación del puerto, nuevos centros de salud... forman parte de la larga lista de asuntos que el regidor vigués atribuye a su gestión, pero aunque mantiene que es algo que ya perciben los vigueses, la mayoría de esos proyectos siguen en el terreno del papel y sin dotación presupuestaria comprometida.
Y es que en Vigo hasta que los proyectos se convierten en obras y estas en realidad, los anuncios apenas computan para la ciudadanía. De lo contrario, nadie se preocuparía de la depuradora, ni de la vieja ni de la nueva, o de la autovía a O Porriño, ejemplos de retraso gran reserva.
Una primera piedra
El Plan General aprobado definitivamente esta semana, aunque con diversas correcciones por realizar y pendiente de posibles recursos, constituye la gran baza de un primer año de mandato, en el que el Ayuntamiento no ha conseguido inaugurar ni un solo proyecto propio y solo poner una primera piedra, la de la futura sede de la Escuela de Arte Dramático que la Xunta promueve en Navia.
El desbloqueo urbanístico que a partir de las próximas semanas abrirá el PGOM permitirá avanzar en algunos de los proyectos urbanos anunciados, como el cinturón de túneles del litoral o creación de suelo industrial, así como las previstas declaraciones de interés supramunicipal del nuevo hospital, la Ciudad del Mar y todas las infraestructuras viarias previstas en la ciudad teóricamente acortarán trámites administrativos en una ciudad en la que plasmar promesas y proyectos sigue costando lustros, y hasta los estudios también cogen solera, como el encargado para el metro, que hace un año que debería haber visto la luz.