Nada de escalar a los poquitos. Ha sido llegar y besar el santo. Sergio Dalma y su A buena hora no saben de listas de espera. Se han vestido el maillot amarillo casi sin pedalear. Es lo que tiene haber estado callado tanto tiempo, que las fans están deseando saber qué ha estado haciendo (en lo profesional) durante los últimos tres años. Y esto no lo digo yo, lo dice él. «Si les dejas tranquilos un tiempo cuando vuelves te reciben con los brazos abiertos».
Tiene razón. Ayer pudo comprobarse tu acertada teoría en el centro comercial Travesía. Un buen puñado de fans se arremolinaron para verle de cerca (y a ser posible tocarle) y, de paso, para pedirle que estampara su firma en el disco. Ni que decir tiene que el bolígrafo no tuvo tregua y que la alforja de besos quedó prácticamente vacía. Menos mal que el llenado de ésta es automático.
Lo de ayer no fue más que la antesala de una gira que, visto lo visto, tiene asegurado el éxito. Volverá a Galicia el próximo día 16, pero entonces ya será para ofrecer un concierto acústico. Seguro que allí estarán muchas de las jovencitas que ayer se lo comían con los ojos. Seguro.
El centrocampista del Celta compaginará a partir de ahora las pelotas con las tijeras. Y es que se suma al desembarco de caras conocidas en el mundo de la moda. Si los planes no se tuercen, en julio presentará en su Tenerife natal su primera colección, que comercializará Ocean Canarias bajo la firma VTL.
El consejero insular de Desarrollo Económico, Efraín Medina, explicó ayer que Tenerife Moda prestará asesoramiento a Vitolo «en todo lo referente a imagen, mercados, presencia en ferias, fabricación a gran escala...», en fin, en todo. Dicen los que los que ya los han visto que los diseños de Vitolo, especialmente pensados para un público joven y deportivo, son buenos. Acostumbrados a que los futbolistas pongan sus ahorros a producir en el mercado inmobiliario, la idea de Vitolo no deja de ser novedosa. Habrá que esperar al verano para ver si además funciona.
Pocas aldeas tan globales como Vigo. Qué mayor globalidad que encontrar entre los vecinos que hicieron frente a los franceses, codo a codo con Carolo y Cachamuíña, a la irlandesa Sarah Hand, la americana Helen Burr o la china Ada. Por no hablar de las filas gabachas. En éstas, junto a los militares de pega de toda la vida, combatían el domingo el irlandés Declan y la francesa (auténtica) Fiona, el escocés Glen y el americano Jeff.
Curiosamente, todos ellos están muy vinculados al Casco Vello y participan de su efervescencia cultural y festiva (sobre todo la festiva) siempre que pueden. Buena parte de la culpa la tiene Fleur, propietaria de La Charlatana, ese local casi pegado a la Concatedral en el que, de paso que saboreas un té, puedes aprender a hablar inglés, o a perfeccionarlo si es que no lo hablas ya.
Sin saberlo, una servidora está precisamente aprendiendo a chapurrear inglés de la mano no sólo de una de las asiduas del local, Sarah Hand, sino de una de las viguesas (nacidas en Irlanda) que con mayor determinación se enfrentó el domingo al ejercito de Chalot. Lo dicho, para dar la vuelta al mundo basta darse una ídem por la plaza de la Constitución.