«Mi gran pasión es Wagner»

VIGO

El director del Conservatorio de Vigo confiesa su entusiamo por la ópera «Trist??an e Isolda», por Teresa Berganza, por Hitchcock y por la iconograf??ia femenina

17 feb 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Por formación profesional, Roberto Relova es un adicto a la música. Más le vale, siendo, como es, el director del Conservatorio Superior de Música de Vigo, un cargo que ocupa desde hace trece años. Cuando tomó posesión era el más joven de España en ese puesto. Hoy es un veterano gestor del centro en el que enseña la asignatura de Historia de la Música y Mujer y arte, que imparte de forma pionera en Vigo desde el 2004.

Estas tres materias -música, mujer y arte- ocupan un lugar destacado en su iconografía personal. El profesor, que es también el director artístico del Festival de Música de Vigo Are More, acumula una ingente cantidad de música, conciertos y óperas, en sus diferentes formatos y soportes: discos de vinilo, casetes, vídeos, cedés, deuvedés... Tantos, que buena parte ha terminado en otras manos. «Los vídeos los he donado al Conservatorio de Vigo y las casetes a una escuela de música en Cuba. Ahora me quedan solo los cedés y los deuvedés», dice, refiriéndose a los más de mil que llenan la estantería.

Relova reconoce que desde pequeño «mi gran pasión ha sido Richard Wagner». Tiene todas las versiones que ha podido encontrar de Tristán e Isolda , «buenas e incluso malas», explica en ese afán por poseer todos los «tristaneseisoldas» que aparezcan sobre la faz de la tierra. Y también tiene todo lo que su adorada Teresa Berganza ha cantado, «oficial, pirata, no pirata...todo», recalca.

Sin embargo, no se reconoce como coleccionista: «Mi padre sí que lo era. Coleccionaba ajedreces de todo el mundo y sellos», aunque sí se define como algo fetichista y bastante mitómano. «Soy muy de Hitchcock, especialmente fanático de Vértigo , que lo compendia todo. Es como un libro de estética que aborda la fealdad, la muerte, la vida... Junto a la música, el cine es otra de mis pasiones», y enseguida añade otra: la iconografía femenina. El director del conservatorio guarda libros con fotos de Coco Chanel, Grace Kelly, María Callas, la antes citada Berganza y dos que son otro mundo aparte para él: Giorgio Armani y Marilyn Monroe. Del primero, le entusiasma su estética, «aunque más antes que ahora, como la del Adolfo Domínguez de la época de La arruga es bella . De ellos, antes guardaba de todo, desde catálogos hasta cajas o etiquetas».

Vírgenes «kistch»

«Con los años me he dado cuenta de que sin quererlo me he rodeado siempre de fotos y libros con este tipo de imágenes», además de las de alucinantes vírgenes kistch , como las de los calendarios de pared que adornan todavía algunas cocinas.

De Marilyn, lo quiere todo. Cualquier soporte que contenga su imagen es suficiente para despertar su interés. Ya puede estar dibujada sobre una cerilla o sobre un campo de fútbol, o sobre el póster gigante que tiene enmarcado en la pared, que se compró en el Moma de Nueva York.

Roberto Relova Quintero nació en Santiago de Compostela en 1968. Estudió allí Historia del Arte y coincidió con una interesante y creativa generación de estudiantes que hoy ocupan destacados puestos en sus respectivos ámbitos profesionales.

Uno de sus compañeros de carrera, aunque no del mismo curso, fue el actual director del Museo de Arte Contemporáneo de Vigo. El profesor todavía guarda algunos de sus imaginativos regalos, como una felicitación de Navidad de 1989 hecha con poliespán o una lata (datada en el mismo año del pasado siglo), de sopas Campbell (sabor rabo de buey) que en poco tiempo, si no estalla, podrá exhibirse en un museo arqueológico al lado de los fósiles.

Aunque tiene unos cuantos cuadros, asegura que solo se ha comprado uno en su vida. Se trata de una pintura de Xosé Freixanes, El domador de leones . «Me lo compré con los ahorros de mi primer sueldo como profesor en Santiago y me vincula a la mítica galería Trinta, de Manuel Allué». Pero entre las obras que cuelgan de las paredes de su casa también señala con cariño un cuadro que le regaló el pintor Román Padín, con Teresa Berganza de protagonista. Con Padín -que años más tarde le obsequió con la lámpara que salía en Mujeres al borde de un ataque de nervios , «otra película que me volvió loco», apunta)- también coincidió en sus tiempos de estudiante en Compostela, como con Xoán Anleo, del que también tiene alguna pieza. Los músicos Manuel Balboa, Xavier de Paz o Enrique Macías también compartieron época en las aulas de la universidad.

Entre los objetos fetiche que este melómano apasionado guarda «como oro en paño» hay uno que se sale del marco de la clase de Estética. Es un adaptador de un enchufe que le regaló un vendedor en Damasco. Y lo explica: «Buscaba uno por toda la ciudad y no lo encontraba hasta que di con este señor, que insistió en no cobrarme nada. Me pareció tan increíble su gesto de generosidad que me lo guardo como algo protector. Y entre sus tótems queridos está, por supuesto, una medalla de la vírgen del Carmen que perteneció a su abuela materna.