«Overbooking» en Cotogrande

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

18 oct 2007 . Actualizado a las 11:41 h.

En el recinto ferial de Cotogrande, digo. Todavía no ha habido tiempo de hacer las cuentas de visitantes del Salón Delicatessen, que bajó ayer el telón, y ya está a la cola Vigoferia, ese gran contenedor en el que tienen cabida todos los sectores imaginables. El visitante puede encontrar desde una máquina para picar hielo hasta un andamio, pasando por un artilugio antimigrañas o un sofá calcado del favorito de Andy Warhol.

También hay sitio para la moda y el turismo. De hecho, dos de los principales atractivos de la feria son la pasarela de jóvenes diseñadores y Expogalaecia. La primera empezó tímidamente y ha logrado consolidarse. Tal vez tenga mucho que ver en ello el contado número de escaparates que hay para que los nuevos valores del diseño puedan mostrar lo que hacen.

El caso es que, según contaron ayer Santi Domínguez y Pedro Corbacho, este año hay récord de participación. Se han inscrito un total de 38 creadores, que viajarán con sus propuestas desde Barcelona, Vizcaya, Córdoba, Madrid, Navarra, Tarragona... y, claro, toda Galicia.

En cuanto a Expogalaecia, pasito a pasito, se está convirtiendo en el escenario de referencia del noroeste para cuestiones turísticas y gastronómicas. Además de destinos exóticos, podremos encontrar otras referencias más cercanas no menos atractivas. Eso sí, las más de las veces poco valoradas precisamente fruto de la cercanía. Por ejemplo, será posible contemplar en pleno trabajo al único cestero en activo de la ciudad, perteneciente a la tercera generación de una saga familiar asentada en la calle Cesteiros desde principios del siglo pasado.

Ya sé que Javier Bardem y Penélope Cruz son la pareja de moda, pero la cosa no va de películas, aunque sí de cortes de pata negra de cine. Y para tal cometido, pocos, muy pocos como José Antonio Dopazo, a la sazón subcampeón de España de corte de jamón. La clase práctica que ayer ofreció en el Salón Delicatessen suscito gran expectación.

Contemplando en acción manos tan expertas como las de José Antonio la cosa parece sencilla, pero en cuanto el cuchillo vuelve a adquirir vida propia e ir por libre, los profanos nos damos cuenta de que no era tanto. Claro que si lleváramos 22 años (sí, 22) pegando cortes...

Antes de cerrarse las puertas, también pasaron ayer por el Salón, entre otros, Alberto Cabadas y Xoán Cannas. El primero, en su calidad de director de calidad de Mondariz, habló sobre las otras cartas, centrándose en la cada vez mayor oferta de aguas.

El segundo, una de las narices de oro de Galicia, realizó una breve iniciación a la cata. Por cierto, tiene Xoán Cannas una teoría que seguro que suscriben muchos colegas. Dice que hay en Galicia muy buenos restaurantes, cuya cocina puede competir sin complejos con la mejor que se ponga por delante, pero que ninguno llegará a tener nunca lista de espera, ya no de meses como alguno catalán, sino de días. Dice también que si esos mismos buenos restaurantes, con los mismos buenos profesionales y hasta la misma carta estuvieran donde están los de las listas de espera, también la tendrían. Y puede que mayor. Memoria Histórica. Si es cierto que olvidar es morir, en el Val Miñor gozan de buena salud. En el Instituto de Estudios Miñoranos, IEM, esa entidad que no para de inventarse actividades, y que lo mismo nos descubre la ruta de los petroglifos a la luz de la luna, que las propiedades de los helechos o el lenguaje de las piedras centenarias, también andan preocupados por conservar la memoria.

Por ejemplo, tienen presente que tal día como el pasado lunes de hace 71 años, nueve vecinos fueron asesinados en Baiona, precisamente en el lugar conocido como A Volta dos nove. Amigos, familiares y políticos les recordaron con una ofrenda floral ante el monumento realizado por el escultor Fernando Casas. Carlos Méixome, director del IEM, tuvo también palabras de recuerdo para los otros muchos vecinos asesinados «naqueles tempos de lume e ferro».

El Papa acaba de incluir en la lista a Vicente Souto, un boucense de corazón que, a partir de ahora, recibe el tratamiento de monseñor. Desde hace una década dirige la Adoración Nocturna Femenina. Y fue desde aquí desde donde se pidió para él el título, que Benedicto XVI no dudó en conceder. Amén.