Ejemplos de cómo dar ejemplo

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

06 oct 2007 . Actualizado a las 03:38 h.

Es el tiempo que lleva Érguete reconociendo la labor de compromiso de personas e instituciones con la parte menos favorecida de la sociedad que, según recordó ayer Carmen Avendaño, conforma un grupo mucho más grande del que pudiéramos imaginar. El caso es que ayer tocó escenificar ese reconocimiento en vivo y en directo. Fue en el transcurso de una cena, aunque Érguete reunió a media tarde a los galardonados para que fueran conociéndose y, de paso, facilitarnos el trabajo a los periodistas.

Dos notables ausencias hubo en esa reunión. La del que fuera funcionario municipal Enrique Gómez, premio solidaridad personal, recientemente fallecido; y la de Enrique Castro, el párroco de San Carlos Borromeo cuyo trabajo no parece ser del agrado de la jefatura eclesiástica, que decidió cerrar la iglesia. En este caso ha sido la enfermedad lo que le impidió viajar a Vigo.

Para los dos tuvo Carmen Avendaño palabras de agradecimiento. «Cuando decidimos conceder el premio a Enrique Gómez sabíamos que estaba pachucho, pero no imaginamos que la cosa era tan grave», dijo. Explicó que se había ganado a pulso el reconocimiento por haber demostrado tanta sensibilidad con las necesidades ajenas desde su puesto de trabajo en el área social del Concello. Tiene más valor, dijo Carmen, porque empezó haciéndolo en tiempos de Portanet, años en los que los servicios sociales eran lo que eran.

Es larga la de los premiados que sí recogieron el premio, una escultura original y numerada obra de José A. Álvarez, Tetuán. Así, en la persona de Francisco Sánchez, juez de menores de Pontevedra, Érguete reconoce haber tenido siempre un aliado. En pocas palabras su trayectoria le avala como un hombre social. Está en posesión, según Carmen Avendaño, de ese poso que distingue a los profesionales que creen en una sociedad más justa e igualitaria y ponen en práctica cada día esa creencia, de las que lo hacen por profesión. A la hora de agradecer el premio, que dijo no merecer, Francisco Sánchez reconoció que la simpatía era mutua y, aprovechando el escenario, parafraseó a Concepción Arenal para invitar a odiar el tráfico de drogas y compadecer al drogadicto.

La definición no es mía, sino de Carmen. Así empezó la responsable de Érguete a relatar los méritos de Rosalía Mera como acreedora del premio empresa solidaria. La rareza radica, según explicó, en que son contadas las personas que disponiendo de una cuenta corriente tan abultada como la suya muestran cada día con hechos su preocupación por cuestiones sociales, en este caso a través de la Fundación Paideia.

Precisamente, según reconoció Rosalía Mera, han sido los buenos mimbres personales con que cuenta la Fundación los que han posibilitado el reconocimiento, por eso dio las gracias en plural. «Nos han dado un premio. Yo sólo lo recojo», dijo.

Recordó Rosalía que Érguete y Paideia nacieron en la misma década, con apenas dos años de diferencia, y que tienen vidas paralelas. «Somos fruto no sólo de una generación, sino de un momento en el que en según qué temas estaba casi todo por hacer», subrayó. Ha tenido que pasar mucho tiempo, añadió, para que ya nadie cuestione, por ejemplo, que los discapacitados tienen derecho a tener un empleo. Otro rasgo común es que en ambos casos fueron mujeres las que cogieron el toro por los cuernos, lo que viene a desmontar el lugar común de que las mujeres preferimos los segundos planos.

Mentira, falta de verdad e incierto, según Rosalía Mera, que vino a decir que cuando se trata de cosas poco importantes cedemos el puesto a los hombres, que les gusta más aparentar, pero cuando se habla de asuntos vitales el coraje y la valentía de las mujeres se planta en primera línea. También se acordó de Concepción Arenal, en este caso por las cartas que dirigió a los presos, escritos que, pese estar fechados en otro siglo, están perfectamente vigentes. De cantantes a actores. Lo de los presos venía muy a cuento porque el premio comunicación solidaria se lo llevó el televisivo coro de la cárcel de El Dueso, en cuya representación viajó a Vigo Raúl Clemente, junto al director del penal, Carlos Fonfría y María López, responsable de la productora que realizó el programa, cuya fórmula están interesados en copiar en una docena de países. De hecho, en Noruega ya lo están haciendo.

Mientras, en El Dueso ya han cambiado de registro. Ahora están inmersos de lleno en el teatro. Están construyendo un auditorio y más temprano que tarde su arte podrá ser contemplado por espectadores de extramuros.

Raúl Clemente, con una condena de 15 años confiesa sentirse un privilegiado por el cambio que ha dado su vida. Ya sólo piensa en salir, en formar un familia y en trabajar en jardinería que es lo que le gusta. Claro que dicen los que le han visto sobre las tablas que también tendría futuro en los escenarios.