La Mirilla
18 ene 2006 . Actualizado a las 06:00 h.No se puede decir que Gerardo González Martín no se haya tomado su tiempo antes de enviar a la imprenta el que suma su libro número diez. Siete años, según explicó ayer a propósito de la presentación de «Pasión por Vigo. Vida y obra del cronista Rodríguez Elías», su último hijo literario. También contó que, superada tan larga pájara, tarea en la que contó con empujones determinantes de su tocayo, Gerardo Sacau y, sobre todo, de Moncho Iglesias, daba por inaugurada otra época de vacas gordas. Ha llovido lo suyo desde que Gerardo publicó su primer libro allá por 1985. Salvo el bache ya mencionado, fue entregando a la imprenta un manuscrito (bueno, un maquinascrito) cada año. Todos (y esta Pasión por Vigo no es una excepción) ahondan en diversos aspectos o personajes de la historia de la ciudad. Gracias a las muchas horas que Gerardo se ha pasado revisando documentos, buceando en archivos, recorriendo bibliotecas... podemos hacer memoria rigurosa de tantas cosas. En esta ocasión ha convertido en protagonista a Avelino Rodríguez Elías, un personaje cuyo nombre seguro que es desconocido para la mayoría de los vigueses, pese a que fue el que definió el escudo de la ciudad, documentó los vínculos de Vigo con su olivo simbólico o el que sugirió por primera vez la construcción de Balaídos. Pero, de paso que nos pone al día sobre la vida y obra de Rodríguez Elías, González Martín dibuja el Vigo en el que vivió antes de exiliarse en Paraguay en 1936. Y, para contextualizar, completa el trabajo con un diccionario de vigueses contemporáneos. En él encontramos desde Manuel Abal Fábregas a Eusebio Yanes y otros 132 en medio por orden es alfabético. Un único pero. Entre 134 coetáneos he echado en falta el nombre de alguna mujer. Porque estoy segura que las hubo igual de importantes. Tal vez el capítulo de viguesas se lo ha reservado para una próxima entrega. Será Una más en familia Llegó hace hoy justo un mes. Pero no pude mostrarles antes a la pequeña Mercedes. Y no porque no quisiera, sino porque Jesús Santos, su padre y compañero de curro de muchos años de una servidora, se hizo el remolón con la fotografía. Donde hay confianza... Pero le perdono el retraso. Sé que tanto él como Carmen García, su mujer, están ocupados en tareas mucho más importantes que hacerme llegar la foto. Como cambiar pañales, comprobar la temperatura del agua de baño, preparar biberones y, sobre todo, propiciar toneladas de mimos. Eso sí, a partes iguales a Mercedes y a Juan que, según puede comprobarse en la fotografía, está encantado con la llegada de su hermana.