Martí toca la corneta

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

El Dépor respondió a lo grande al golazo de Ontiveros, con un cambio radical que llevó a la remontada

13 jun 2019 . Actualizado a las 14:59 h.

Se levantó el Dépor una vez y volvió a caer; logró incorporarse de nuevo y no hubo ya quien lo tumbara. Porque el equipo que hundió Ontiveros fue completamente distinto al que resucitó Martí desde el banquillo, consciente más de media hora y dos goles tarde del error de su planteamiento. Confesó a través de un gesto: señaló a Pedro Sánchez y lo cambió de banda.

A partir de ahí empezó otro partido. Uno memorable, que merecería ser escrito en mayúsculas por la capacidad del conjunto blanquiazul para sacar la cabeza por enésima ocasión en esta campaña sufrida con el agua al cuello. La grada, recuperada ya, así la promoción se estire tres meses, cantó tres tantos fenomenales, pero todo empezó con otro soberbio, encajado por el único jugador del equipo que nunca ha estado bajo sospecha.

En la alineación cantaba David Simón en el lugar donde se esperaba a Bóveda. El destinado a contener al futbolista en estado de gracia del adversario. Claro que Ontiveros siempre se ilumina cuando se mide al Dépor. Lo sabían todos en Riazor, pero lo pasó por alto el técnico de casa. Desprotegió el costado con su carrilero de perfil más ofensivo y su extremo con menos tendencia a la ayuda. Ontiveros centró el 0-1 y anotó el 1-2 antes de que Martí dijera basta y sellara la banda con Pedro.

En el descanso (nunca antes) percibió también otro detalle: Víctor Sánchez del Amo, lector de encuentros, había salido con un solo enlace entre la zaga y los mediapuntas que bregaban a la espalda de Gustavo Blanco. A Cartabia, desalojado de la orilla por falta de rigor en el auxilio, le encargaron tapar a Keidi Bare, con quien ya se había encontrado en esa contra que bien pudo haberse cerrado con el albanés en la calle. Así quedó desactivado el Málaga, con Munir obligado a rifar cada pelota que sacaba de la cueva. El juego se trasladó a campo visitante y hasta allí se acercó por fin Expósito. No había un jugador más inteligente en todo el campo y había pasado demasiado tiempo arrinconado por el empuje andaluz y las obligaciones defensivas. Surgió el catalán y empezó otro partido.

Por delante se activó la segunda línea, feliz en la locura y empujada por las más de 20.000 gargantas, encendidas definitivamente cuando Fede cruzó el área y encontró a Pedro Sánchez. Sueña el de Aspe con volver a Primera y quiso compartir su sueño con Riazor, rompiendo la red con su pierna mala. Tras la segunda asistencia del menudo futbolista de Bombal -por fin en plan estrella escoltando al punta-, reaccionó Víctor y montó un doble pivote, pero el viento había cambiado. Empujaba al Dépor; a favor del fuego.