Pues sí. Es posible que alguien no la haya visto si estaba trabajando y la mañana y la tarde se le fue en la faena. Porque, en general, el despliegue televisivo fue amplio, pero condensado en lo mismo y a la misma hora. Ni chicha ni limoná. Y es que, salvo los telediarios de las 9 y un programa testimonial en La 2, el que llegó a casa y se enchufó en el sofá después del curro no sacó más tajada en las teles generalistas por la noche. No hubo ni un «Sálvese quien pueda», versión Deluxe, ni una mesa «Royal» en que se debatiera si la trenza es tendencia o si hay besos que duelen en el corazón. Na de na. Todo el esfuerzo se concentró en el directo y en la armonía rosa de un día elevado en la perfección. A decir de los comentaristas. Que allí donde en los últimos tiempos han visto desafecto, desaires, incluso divorcios, el día 19 veían cariño, respeto, ilusión, elegancia y fortaleza... Un diccionario en positivo, como el discurso de Felipe VI, que desde luego supo rimar las palabras en -dad: solidaridad, ejemplaridad, libertad, diversidad, unidad... que como todo el mundo sabe llaman al cambio. ¡Y vaya si ha llegado! Sí, sí. El requeterrecambio. Que se olvide la vieja guardia de esos «cortesanos» de medio pelo. Glups. ¡Ni un pelo de menos! Esto es un verdadero relevo. ¡Han cambiado a Jaime Peñafiel por José Bono! ¡Ah! ¡Y que ya no se lleva la reverencia! ¡Se les ha ido la mano!