Han sido solo dos programas y ya me he enganchado a Mario Picazo, el supermeteorólogo que ahora nos desafía con climas extremos en un horario también extremo (el martes a las doce de la noche) y en el que el clima es el fondo, y él, la forma. ¡Y qué forma! Porque de aquel Mariano Medina a este showman ha habido toda una revolución en lo que a isobaras se refiere. Ahora que se lleva tanto el docureality, Picazo se ha cogido la mochila en plan Callejeros para mostrarnos que como en casa no se vive en ningún lado, que si aquí hay días que nos quejamos del frío, el extremo es el de Oymyakon, en Siberia, con una media de 50 grados bajo cero, como demostró en el primer capítulo. Y es que el frío, el viento, la lluvia y el calor hacen girar por el mundo a este torbellino de hombre, nacido en EE.UU., cuyo currículo es digno del mejor investigador, pero cuyo reto personal parece ir por otro lado. Se atrevió con Supervivientes, con el Programa de Ana Rosa, y ha estado a pie de mapa más de 15 años en Telecinco. Pero, visto su perfil de yanqui desinhibido, a lo John Wayne, desarmando a las amas de casa de Oklahoma en busca de un tornado, va a ser que en esta borrasca profunda en la que puede convertirse su programa, la sonrisa de Mario Picazo es el cielo abierto.