Cómo tentar a las musas

MIGUEL LORENCI MADRID

TELEVISIÓN

Un libro bucea en las manías y peculiaridades que rodean la creación de los grandes escritores Inspiración y trabajo. Ambos son los pilares de la labor de un escritor, aunque recorrer la distancia que va de ¿las musas al teatro¿ supone una aventura tan ardua como imprevisible. Recorrer este incierto trayecto de la mano de dieciséis grandes autores es lo que se propone el libro «Cuando llegan las musas. Cómo trabajan los grandes maestros de la literatura» (Espasa).

15 jun 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

El libro lo firman los profesores de literatura Raúl Cremades y Angel Esteban, que lo presentaron en publico con el madrinazgo de la viuda de Jorge Luis Borges, María Kodama. «No es un compendio de manías de escritor», insisten los autores, que lograron que los escritores de los que se ocupan «nos permitieran entrar en su cocina de autor» para «ver lo que estaba cociendo en su horno». Van así desgranando y enumerando curiosidades y anécdotas que se revelan como insólitos empujones de la inspiración. La flor amarilla siempre imprescindible en la mesa de Gabriel García Márquez, la colección de hipopótamos que se enseñorea del despacho de Mario Vargas Llosa, el inveterado amor por los cuadernos de la desaparecida Carmen Martín Gaite, los provechosos baños matinales de un Jorge Luis Borges que analizaba en ese instante los sueños de la noche anterior, o el infranqueable límite de los dos folios diarios que se impuso cumple aún hoy José Saramago, son algunas de la curiosidades reseñadas en el libro. Quemando billetes También la capacidad de Octavio Paz para pergeñar poemas mientras quemaba billetes de banco, uno de sus primeros empleos, o los provechosos duermevela de los que Alberti extrajo muchos de sus poemas. Esteban y Cremades se han entrevistado con los autores vivos o con los familiares de los fallecidos, y han escudriñado además cuanto dejaron escrito sobre la inspiración y métodos de trabajo los autores. Muestran así los perfiles menos conocidos de autores como un Miguel Delibes que descubre que es incapaz de escribir lejos del bullicio de sus hijos, un Saramago iracundo después de que su ordenador se tragara ochenta páginas de su novela La caverna , cómo Antonio Buero Vallejo montaba en cólera cuando su hijos insistían en jugar al fútbol en el pasillo del domicilio familiar, o como Isabel Allende se impone siempre la misma fecha para el comienzo de su novelas, que arrancan indefectiblemente un 8 de enero. «Es un ensayo testimonial en el que hemos tratado de ser rigurosos y amenos, con la intención de no defraudar a los especialistas y de no espantara a los aficionados» explicaban los autores. «No nos acercamos a los protagonistas de este libro como periodistas o críticos, sino como lectores apasionados y entusiastas» dicen.