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No puede haber relevo generacional en la pesca

José Pino

PESCA Y MARISQUEO

De relevo generacional se habló en las XXV Jornadas de Pesca de Celeiro, celebradas del 25 al 27 de noviembre
De relevo generacional se habló en las XXV Jornadas de Pesca de Celeiro, celebradas del 25 al 27 de noviembre XAIME RAMALLAL

Nos llegan a hacer las prácticas alumnos con título rimbombante, pero que no han pisado un barco en la vida

05 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Se cumplieron 25 años de las Jornadas de Pesca en Celeiro. Los incondicionales comprobamos como de los profesionales de la pesca que asistíamos para atisbar la evolución en materias tecnológicas o laborales en aquellas primeras citas que abarrotaban el salón, se ha pasado, al cabo de un cuarto de siglo, manteniendo su máximo aforo, a una asistencia de políticos, funcionarios de organismos, representantes de asociaciones varias y directivos de todo tipo de empresas. ¿Y los pescadores no vienen? No es que no asistan, es que no quedan ya.

Nunca un paraninfo de un pueblo pesquero, con un ciclo de conferencias tan reputadas, ha reflejado de forma tan clara la evolución de nuestro oficio: se ha burocratizado en exceso. Demasiada gente dependiente de la mar ajena a este mundo salado, demasiado entramado para hacer el mismo recorrido que antes teníamos simplificado. Entonces, ¿cualquier gestor no puede llegar a la cadena marítima? Por supuesto que sí, pero no hay sector donde a la hora de defender, negociar o dirimir cuestiones, más se note la falta de ADN del que no pertenece a este mundo.

Este año se trató en profundidad el tema del relevo generacional y la falta de títulos. Los que lo padecemos escuchamos todos los argumentos, incluido el de los sueldos (aunque en los patrones de pesca y primeros maquinistas no se sostiene), pero nadie se ha atrevido a poner en tela de juicio un nefasto plan de estudios alejado por completo de la realidad actual. Desde la aparición del vapor hasta la década de los cincuenta, los pescas no tenían titulación, era un cargo al que llegaba el contramaestre, hombre de confianza del patrón, porque era el que después de recorrer los cargos de cubierta tenía el saber de redes y equipos. Despachaba el barco un piloto.

En la década de los sesenta se habilitan los títulos de capitán y se amplía el de patrón de altura. Desde los setenta hasta las puertas de este siglo, la enseñanza evolucionó en función de la demanda, con estilo práctico: año de escuela más seiscientos días para patrón de primera (al que iba lo que le sobraban eran días, ya que accedían del barco a la escuela), otro curso con sus días de mar para patrón de altura y dos cursos más días de mar para capitán.

Pero las escuelas náutico pesqueras quisieron evolucionar a universidades y han ocasionado que un patrón tenga que estudiar los mismos años que un juez y que nos lleguen a hacer las prácticas alumnos con título rimbombante, pero que no han pisado un barco en la vida. Por supuesto, a empezar desde el puente, ordenando a la marinería cuestiones que ni conocen ni les ha pasado por la mano.

Cuando algo funciona, no debiera cambiarse. Y, sobre todo, el que quiera estudiar para la mar que embarque de marinero un mes; si no te gusta, te ahorras años de estudio. La ampliación de competencias de los polivalentes es un boomerang que va a volverse contra el sector. No es la solución que ante la falta de médicos operen los ATS. Además, menosprecia y devalúa a profesionales contrastados. El que quiera ampliar competencias, a la escuela.