Además de crear todo tipo de ministerios o carteras pintureras, a golpe de ocurrencia de redes sociales, el Gobierno de Madrid la tiene tomada con la pesca de bajura gallega. No para defenderla, ni para optimizar la comercialización de las capturas de manera que se incremente su valor, no para posicionar a Galicia como región estratégicamente dependiente de la pesca, ni tampoco para mejorar las infraestructuras dependientes de la capital. No, de todo eso ni se habla. En Madrid, lo que les preocupa es controlar al marinero que sale a faenar con su embarcación de menos de 12 metros de eslora porque, como ni se preocupan por conocer su actividad, el medio en el que se desarrolla y como es una jornada de trabajo desde que zarpa la embarcación hasta que regresa con las capturas, creen que la flota de bajura es una trama organizada en la que trafican con el pescado o, vaya usted a saber, no respetan sus derechos.
Con la que está cayendo, van a gastarse nada menos que 1,4 millones de euros en una aplicación informática de geolocalización y declaración telemática de las capturas. Sinceramente, con unos prismáticos de largo alcance iban más que sobrados para controlar a la flota artesanal gallega, salvo que lo que quieran es hundirla. Como el sector tenía bastante con defender su oficio en Bruselas, ahora vienen desde Madrid y, como son tan aplicados, ya les hacen el trabajo.
Estas aguas son un plato jugoso y hay muchos interesados en parcelarlas para la cría y engorde. Habría que geolocalizar al Gobierno central para saber lo que oculta.