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30 de octubre del 2001, el día en que la marea se volvió loca en Pontevedra

Serxio Barral Álvarez
Serxio Barral PONTEVEDRA / LA VOZ

SOMOS MAR

Ensenada de Lourido, en la ría de Pontevedra, en una imagen del año 2006
Ensenada de Lourido, en la ría de Pontevedra, en una imagen del año 2006 RAMÓN LEIRO

Hace veinte años en la ensenada de Lourido, en plena ría de Pontevedra, se vivió un extraño fenómeno natural: de madrugada, la pleamar y la bajamar se sucedieron varias veces en cuestión de minutos

02 nov 2021 . Actualizado a las 10:38 h.

Corría la madrugada del 30 de octubre del 2001 cuando la ría de Pontevedra vivió un acontecimiento inexplicable: la marea subió y bajo en cuestión de minutos. Y no una vez, sino varias. Hasta cuatro o cinco veces por hora se repitió el insólito hecho durante aquellas primeras horas del día. Fenómenos extraños en la ensenada de Lourido fue el titular con el que La Voz de Galicia relató el extraño suceso recogiendo declaraciones de varios testigos que estaban en aquel momento en la zona y no daban crédito a lo que habían visto sus ojos.

«Sobre a unha da mañá empezamos oír unha especie de ruxido que ía en aumento a medida que se acercaba á praia», indicaba uno de los testigos, que relató a López Penide que por espacio de varias horas había vivido en primera persona una experiencia «que nin os máis vellos ollaron».

La descripción que hacían quienes contemplaron el extraño fenómeno era que la marea se había vuelto loca. La pleamar seguía a la bajamar en cuestión de minutos. Y al mismo tiempo, «enormes olas» sacudían a una veintena de chalanas que momentos antes estaban varadas sobre la arena y acabaron flotando a merced de los embates del mar. Algunas de estas embarcaciones llevaban rizóns -un tipo de ancla que aguanta temporales con vientos de hasta 110 kilómetros por hora- y a pesar de ello, explicaban los marineros que corrieron a tratar de ponerlas a salvo, «foron desprazadas entre cincuenta e cen metros».

En cuanto se tuvo constancia del extraño fenómeno rápidamente se dio la voz de alarma para tratar de salvar las barcas. En un breve lapso de tiempo se reunieron cerca de una docena de marineros en la ensenada de Lourido. La situación, según relataban los testigos, llegó a tal extremo que un profesional llegó a quedar atrapado cuando la marea ascendía, mientras intentaba salvar su embarcación y las de otros compañeros. El mar, continuaban los relatos de aquella sorprendente madrugada, subía y bajaba con la misma fuerza en forma de cascada. «Púxenme branco -explicaba, todavía con el susto en el cuerpo a la mañana siguiente, aquel marinero que quedó atrapado en una de esas corrientes- e pensei que este ía ser o meu fin».

El sorprendente fenómeno fue perdiendo fuerza paulatinamente, y alrededor de las cinco de la mañana todo volvió a la normalidad. El oleaje se calmó y los marineros pudieron recuperar sus chalanas y cuantificar los desperfectos. Apenas hubo daños más allá de algunas embarcaciones rotas, y todo el mundo se felicitaba de que el fenómeno no se hubiera producido en una noche de temporal o de tormenta.

¿Qué sucedió? Veinte años después, nadie ha sido capaz de explicar con base científica el origen del fenómeno que trajo de cabeza a los marineros de Lourido. Hay quien achacó el extraño baile de la marea a movimientos sísmicos en el fondo oceánico, algo que explicaría la aparición a la mañana siguiente de una serie de socavones en la playa de Lourido.

Esta teoría se descartó desde el Centro de Control da Calidade do Medio Marítimo, ya que se recordaba que de ser un movimiento telúrico hubiera afectado a más zonas. «No tengo una explicación coherente», reconocía días después en La Voz un experto de este centro.

Un tornado podía ser la explicación, ya que, relataba otro experto, «son más locales y se caracterizan por su poder de absorción, lo que provocaría lo que los marineros describieron como subida y bajada de mareas». Sin embargo, esta teoría se caía porque los sistemas de control meteorológicos no detectaron tornado alguno y porque los testigos aseguraron que no habían notado viento.

Responsables del Instituto Oceanográfico de Vigo apuntaban una tercera teoría: una descarga de la presa de Eiras en el Verdugo. Pero técnicos de esta instalación lo negaron, aunque admitían que «una riada fuerte en el río podría producir corrientes que afectaran a la costa pontevedresa». La presa había sido abierta por última vez diez días antes, el 21 de octubre.

El misterio de la ensenada de Lourido nunca se resolvió.