
En la ría hay ya instaladas una docena de mejilloneras Formex, desarrolladas por un equipo de ingenieros valencianos
17 abr 2022 . Actualizado a las 18:41 h.El sector del mejillón es uno de los grandes motores de la Galicia costera. Una cadena económica que arranca en cada una de las más de 3.000 bateas repartidas por las rías: flotadores, rejillas de madera y cuerdas se encuentran en el origen de todo. Durante años, los esfuerzos de investigadores y empresas por renovar esas estructuras se han estrellado contra la realidad normativa -la batea Medusa, redonda, no encajaba en las cuadrículas de los polígonos- y contra el recelo de un sector al que no le gusta cambiar aquello que funciona. Y la batea de siempre, hasta ahora, ha funcionado bien. Pero en los últimos años, en las rías ha logrado hacerse un hueco un nuevo modelo de mejillonera. A simple vista no se diferencia mucho de todas las demás que pueblan las rías, pero introduce una novedad sustancial: están fabricadas con hormigón.
La historia de las bateas Formex -así se llaman- arrancó en el año 2015, cuando un grupo de ingenieros de Valencia oyeron hablar de las mejilloneras gallegas y de los problemas de durabilidad que presentaban al estar construidas con madera. «Pensamos que se podría sustituir la madera por hormigón. No es un hormigón normal, porque este se corroe y es muy pesado. Este es un hormigón de muy alto rendimiento, muy compacto, mil veces más impermeable que el convencional, y eso hace que aunque hagamos piezas de menos espesor, la armadura interior no se corra», explican los padres de este proyecto. Con ese material, pensaron, se podrían diseñar «vigas ligeras y flexibles, capaces de dar respuesta a las necesidades del sector bateeiro». «Patentamos la idea, solicitamos un crédito europeo que nos permitió financiar un par de prototipos. Uno lo pusimos en Galicia y el otro en Valencia». Las primeras bateas se instalaron en 2016. «Y este 2021 lo concluiremos con casi 30 bateas instaladas», explican desde la firma. La mitad de ellas están en Galicia, sobre todo en Arousa y, más en concreto, en O Grove. «Es el polígono donde más hemos penetrado, simplemente porque es donde se apostó primero por probar esta tecnología y por lo tanto los bateeiros están más convencidos porque las han visto resistir más inviernos». Y es que las bateas Formex, dicen sus creadores, ofrecen muchas ventajas a los productores. Una es su durabilidad: su vida útil alcanza el medio siglo. La otra, la reducción de los costes de mantenimiento. «Las bateas que tenemos colocadas desde 2016 llevan cero euros de costes de mantenimiento», aseguran desde la empresa. En las rías gallegas, el modelo de Formex que está más extendido es el mixto, donde las vigas son de hormigón y los pontones, de madera. Son estos últimos los únicos que necesitarían cuidados.
Todo ello hace que, «aunque la inversión inicial es más elevada que la que exige una batea de madera, la diferencia no es relevante si se hacen los cálculos a medio plazo». Se apunta también a su alta resistencia a los temporales, ya que tiene un «comportamiento flexible frente al oleaje y uniones de alta ductilidad». Por último, ofrece «mayor seguridad», ya que las zonas de paso son más anchas y el pavimento resulta antideslizante.
La alianza imprescindible con socios gallegos que conocen el sector
Valencia, Dinamarca, Croacia o Montenegro son algunos de los lugares en los que se han instalado bateas Formex. Pero el principal mercado para este producto está, obviamente, en Galicia. Por esa razón, ha abierto en Meaño Preffor, una firma con raíces valencianas que trabaja «con una cooperación directa y fundamental con Forjas del Salnés, que fabrica los flotadores, monta la estructura y asesora a los clientes». La colaboración con esta veterana empresa gallega fue determinante tanto en el nacimiento de la nueva batea, como en su entrada en las rías. «Cuando empezamos en esto, no sabíamos gran cosa de mejillón. Forjas del Salnés es de ahí, conoce a los productores y sus necesidades». La alianza estaba cantada.