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La abundancia de anchoa cae a la mitad de su tope histórico, pero sigue robusta

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Adrian González

Hay 170.000 toneladas, 8 veces por encima del límite, y mucha juvenil

26 jul 2021 . Actualizado a las 04:45 h.

El bocarte sigue dando alegrías a la flota gallega. O por lo menos, mitiga las penas de que deja en el bolsillo el jurel, que es que abunde precisamente. Los ingresos en las lonjas gallegas por venta de esta especie que acaba convertida en anchoa o boquerón supera los 3 millones de euros, por encima ya de lo que a estas alturas habían recaudado en el 2018, año en el que vino a salvar el verano a una flota que se veía privada de sardina por falta de cupo. Y si se cumplen las previsiones de los científicos, la costera del año que viene podría dar similar regocijo.

De analizar la abundancia de anchoa en el caladero del Cantábrico se ocupa cada año AZTI, el instituto científico vasco, que desarrolla la campaña Bioman. Y según el recuento que los biólogos han hecho este ejercicio, en ese caladero hay 170.000 toneladas de bocarte. No es, ni mucho menos, la cantidad que había hace un año, cuando se detectó un stock en niveles históricos, con 330.000 toneladas de ejemplares de esta especie nadando por el Cantábrico. La cantidad de ahora está a la mitad, pero es una abundancia más que suficiente para confiar en que haya una buena costera en el 2022. Y tanto, pues esas 170.000 toneladas multiplican por ocho la biomasa límite que se exige para considerar que la especie está explotada en niveles sostenibles. Ese mínimo está fijado en 21.000 toneladas.

Además, otro dato que transmite buenas vibraciones es que hay mucho juvenil. Según el estudio científico, el 70 % de los ejemplares que conforman el stock son de un año de edad, «una cifra que podría pronosticar que la costera del año que viene presentará también unos resultados positivos», explica AZTI en un comunicado.

Los resultados de Bioman fueron presentados en rueda de prensa por el viceconsejero de Pesca del País Vasco, Bittor Oroz, el director de Pesca y Acuicultura, Leandro Azkue, y el director general de AZTI, Rogelio Pozo. Este remarcó la «tendencia positiva en los últimos años» del stock, los buenos pronósticos para la costera del 2022 y la importancia de campañas como la Bioman «para controlar la evolución de los ecosistemas y garantizar la actividad de un sector tan importante para la economía vasca como la pesca de anchoa», ha asegurado Pozo.

Enfoque ecosistémico

Desde hace ya varios años la estimación de la biomasa de bocarte no se limita a contar el número de peces que puede haber en el caladero, sino que también analiza cómo afecta al stock la variabilidad natural y el cambio climático. En este sentido, los científicos han constatado que la anchoa encuentra buena disponibilidad de alimento en el Cantábrico, pues los copépodos, esos pequeños crustáceos que tanto le gustan, conforman casi el 70 % del zooplancton, y se calcula que ha aumentado un 2,4 % por década desde la primera campaña, en 1987.

No todo iban a ser buenas noticias. Aunque estas son colaterales. Atañen a las basuras marinas, otro parámetro que se sigue en ese enfoque ecosistémico con el que se evalúa la anchoa. Los modelos matemáticos apuntan a que el golfo de Vizcaya, por su ubicación y las corrientes, es de por sí una zona de acumulación de desperdicios flotantes, y cada vez lo es más. Los muestreos de los últimos 5 años revelan que hay más microplásticos (de menos a 0,5 centímetros) y que el 89 % de las basuras flotantes observadas es plástico, sobre todo envoltorios, que son un 17 %. En cuanto al origen, un 12% son de procedencia marina, como redes de pesca descartadas, cuerdas, cabos y otros elementos.