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Cultivar algas para salvar el mundo

e. a. SEVILLA / ENV. ESPECIAL

SOMOS MAR

carlos gil andreu

El tercer encuentro de los mares reúne a científicos, productores y a cocineros como Ángel León que ayer sorprendió con un arroz sin nada más que caldo de microalgas y colágeno en escamas

07 jul 2021 . Actualizado a las 07:37 h.

Hay una Amazonia en tierra y otra que está oculta. Bajo el mar. Son los bosques de algas y praderas marinas que existen en el mundo. Sumados ocupan 7,5 millones de kilómetros cuadrados, lo que el pulmón del planeta, un cinturón vegetal que rodea la tierra y alimenta el mundo. Y que, de paso, será su salvación. «Demasiado bueno para ser verdad, pero lo es», explicó el catedrático de Ciencias Marinas en la Universidad Rey Abdullah de Arabia Saudí Carlos Duarte, en la apertura del tercer Encuentro de los Mares, que arrancó en Sevilla, navegó por el Guadalquivir hasta llegar a Sanlúcar y el miércoles continuará su ruta hasta topar con el Mediterráneo.

Para Duarte cultivar algas es un imperativo para alcanzar un futuro sostenible y alcanzar los objetivos de desarrollo perdurable: secuestran carbono, son un refugio frente a la acidificación del océano, aliadas contra el cambio climático, mejoran la calidad del agua, fomentan la biodiversidad, alimentan al mundo, contribuyen al empoderamiento de la mujer, pues la mayoría de los titulares de las explotaciones de cultivo son granjeras... ¿Algo más? Pues sí, ofrecen biocombustibles que pueden ayudar en la descarbonización de la economía, mitigar la aportación de metano de la ganadería y una pieza esencial en la economía circular. Tanto, que lo mismo se pueden convertir en chanclas.

Claro que en Occidente puede que eso de alimentarse con algas cueste un poquito más. Frente a los 10 gramos por persona que consumen en Japón, el consumo de los occidentales es mil veces menor, según Duarte, director científico del congreso en el que participan biólogos, pescadores, cocineros, comunicadores y Administración.

De lo que costó dio buena fe Antonio Muíños, de Portomuíños, un visionario que hace más de un cuarto de siglo se atrevió a cultivar algas en una comunidad, Galicia, que no le conocía otro uso más que abono de cultivos.

Y los culpables de que su consumo se esté normalizando son los chefs. Cocineros que fueron introduciendo algas de cultivo como las de Portomuíños o de arribazón como las que Consuelo Guerra comercializa desde Suralga. Profesionales de la cocina como Ángel León, el chef del mar y de este congreso, que ayer volvió a sorprender a los presentes al preparar una paella sin sofrito, un arroz únicamente con un caldo de microalgas y colágeno que adquiría un verde espectacular al hervir que recordaba a las marismas y un resultado crujiente. Y es que llegará un día, confesó, en el que cocinará un menú sin carne, sin pescado, sin verduras... Solo con proteínas del mar. Ese mar que se come.