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Bruselas permitirá devolver al mar la raya que se pesque por su alta supervivencia

e. abuín SANTIAGO / LA VOZ

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MONICA IRAGO

Queda fuera de la obligación de desembarque durante 3 años, salvo la variedad santiaguesa

22 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El camino hacia una pesca sin descartes ha sido hasta ahora «fácil, entre comillas», explicó ayer Ignacio Fontaneda, jefe de área de Asuntos Comunitarios del Ministerio de Pesca. Ahora viene lo realmente duro. El próximo 1 de enero, en tres meses, se instaurará la obligación de desembarque para todas las flotas, todas las zonas y todas las especies sometidas a totales admisibles de captura (TAC) y cuotas. Todas, con muy pocas excepciones y escasa flexibilidad. Por ahora, ninguna más allá de las que recoge el temido artículo 15 del reglamento de la política común de pesca (PCP), que bendice la vuelta al mar de especies de alta supervivencia y de poblaciones para las que hay TAC cero, permite seguir devolviendo un porcentaje de mínimos, y autoriza a descontar de otros stocks la cantidad que se captura de aquellos para los que ya se ha agotado el cupo. Pero nada más.

«Estamos preocupados y decepcionados porque la Comisión Europea está instaurada en el rigor legislativo y no se ha movido» ni siquiera a pesar de haber repetido hasta la saciedad «que las herramientas de las que disponemos valen para unos casos, pero para otros no», confesó Fontaneda en una jornada sobre descartes organizada por la Federación Galega de Confrarías celebrada en O Milladoiro. Sin embargo, por más que insisten en que es preciso buscar fórmulas al margen del reglamento, el Ejecutivo comunitario «no se ha mostrado especialmente receptivo».

Ya no se trata solo de su empecinamiento en no alterar la estabilidad relativa. También ha rechazado los mínimos combinados (un saco común de todas las especies), y, por ahora, solo se ha avenido a estudiar flexibilizar los traspasos de cuota entre zonas. Entre tanto inmovilismo alivia conocer que Bruselas sí ha aceptado la propuesta de acto delegado de excluir la raya de la obligación de desembarque. La Comisión ha aceptado que se trata de una especie de alta supervivencia y, al igual que con la cigala, permitirá devolver al mar aquellos ejemplares no deseados o para los que no se disponga de cuota. La exención estará en vigor durante los próximos tres años para todas las variedades de la especie salvo para la raya santiaguesa, a la que solo se le concede un año y para la que Bruselas pide más pruebas de que sigue viviendo después de caer en las artes de pesca de un barco.

¿Y ahora qué?

Fontaneda admitió que la inquietud se mantendrá por lo menos hasta el Consejo de Ministros de diciembre: «No queríamos que se dejase todo para el último minuto, pero eso es lo que va a ocurrir».

Además de buscar la flexibilidad entre distintas áreas -pasar, por ejemplo, caballa del norte del golfo de Vizcaya para el Cantábrico y mitigar así la escasez de cuota-, España trabaja para incluir más pies de página para aumentar la flexibilidad entre especies, al tiempo que trata de que las poblaciones para las que tiene TAC cero se les dé la consideración de stock prohibido y, de esta forma, puedan devolver al mar los ejemplares que capture. Otro flanco es lograr que se conviertan en permanentes los intercambios de cuota que año tras año realizan los Estados miembros, aunque esta propuesta no fructificó en su día por el temor de que eso afectase a una estabilidad relativa que solo le interesa a España mover.

Ahora bien, el sector puede hacer también algo. Como anotar los descartes, por eso de que Bruselas siempre pide pruebas y datos. Y convendría agotar toda la flexibilidad concedida, dado que «después de lo que nos cuesta conseguirla para la merluza, resulta que al final, no se utiliza».