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¿Un mejillón inmune a la toxina?

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

MARTINA MISER

Los investigadores concluyen que con selección genética es posible lograr su invulnerabilidad a las mareas rojas

15 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No ha sido este el peor año en cuestión de mareas rojas. Al menos no han llegado con la virulencia del ejercicio anterior, que en su episodio de primavera dejó abiertos tan solo dos polígonos de bateas de los 53 que hay en Galicia. Ni con la del 2015, en el que la toxina obligó, también en esa estación del año, a prohibir la extracción en absolutamente todos los viveros de bivalvo de las rías gallegas. Con todo, no hay ejercicio en el que la llegada de fitoplancton tóxico no trastoque, en mayor o menor medida, la campaña del bivalvo.

Y ese incordio ha dado pie a no pocos proyectos de investigación, unos planteados para la detección precoz de la marea roja, de forma que se pueda programar la retirada del bivalvo antes de su llegada; otros encaminados a conseguir la detoxificación del animal cuando este se haya ya empachado de células tóxicas, y no faltan estudios dirigidos a conseguir la mismísima inmunidad del mejillón. Este es el caso del proyecto Epitox, coordinado por el Centro de Investigacións Mariñas (CIMA) y en el que participan investigadores de diversas instituciones, entre ellas la Universidad de Santiago de Compostela.

Pero ¿de verdad es posible conseguir un mejillón inmune a la toxina? Paulino Martínez, asegura que sí. Que con técnicas de selección genética es factible conseguir bivalvos indiferentes ante la marea roja. Epitox ha conseguido demostrar «que hay una base genética que explica esas diferencias de acumulación de las toxinas en poblaciones de mejillón», dice.

Estirpes resistentes

El trabajo del equipo de investigadores demuestra que es posible producir ciertas estirpes de mejillón que acumulen menos toxina o, al menos, que lo hagan en niveles por debajo de los que se consideran perjudiciales para el consumo humano. Claro que para eso habría que reemplazar o cuando menos complementar la semilla que se capta en el medio natural con otra producida en criadero.

En el marco de Epitox, los investigadores confirmaron que sería posible poner en marcha programas selectivos de mejora genética, para obtener cepas de mejillón con menor acumulación de toxinas y mejor detoxificación o, en última instancia, con un mejor equilibrio entre ambos procesos. Lo primero que tuvieron que comprobar era si los hijos de los mejillones menos vulnerables a la toxina heredaban esa capacidad. Y de las pruebas se deduce que esa capacidad se transmite en los genes de forma «moderada, pero significativa», «suficiente» para conseguir, mediante selección genética, estirpes resistentes a la toxina.

Cambio para los productores

Ahora bien, aprovechar esos descubrimientos científicos requerirá un cambio de hábitos en el sector productor. Primero, porque en lugar de abastecerse de cría en las rocas y en el medio natural, tendrían que hacerlo, al menos en parte, en una hatchery (criadero). Y además, apunta Martínez, se requeriría una inversión, ya sea pública o del colectivo interesado, «para poder conocer en mayor profundidad la base genética para identificar los marcadores que permitan que, en pocas generaciones se diese con un mejillón inmune a la toxina». Y eso incardina con una tercera cuestión: la de hasta qué punto un productor está dispuesto a invertir para conseguir esa estirpe resistente de una manera rápida y encarecer el producto.

Puede que a un bateeiro arousano no le compense, pero la visión cambia en el caso de, por ejemplo, Bueu A, que lleva cerrado 219 días de los 346 que van de año. Y eso sin perder de vista que los últimos estudios apuntan que a consecuencia del cambio climático o del calentamiento global, las mareas rojas serán más frecuentes, persistentes y virulentas.

Cuanto más grande y más blanco, menos células tóxicas acumula el bivalvo

El equipo del proyecto Epitox no se ha limitado a estudiar la capacidad de heredar el poder de acumular menos células tóxicas en el organismo, sino que han aprovechado el experimento para estimar otros rasgos relevantes para la producción de mejillón y su influencia en aquella capacidad, como pueden ser el crecimiento y el color. Mientras las cuestiones relacionadas con el tamaño arrojaron heredabilidades moderadas, en el caso del color es muy alta, «de las mayores encontradas», señala Paulino Martínez, catedrático de Genética en la Universidad de Santiago. Eso hace posible la selección en función de las preferencias del productor y de la demanda de los consumidores, cultivar mejillón para atender las preferencias de los clientes. Por eso, desde el punto de vista de Martínez, lo ideal sería complementar la captación de cría en las rocas con la de hatchery.

De color y sexo

Y otra curiosidad con la que toparon es que «los rasgos relacionados con el crecimiento mostraron correlaciones genéticas y fenotípicas negativas con la concentración de toxinas, mientras que los de color resultaron positivos». Esto es, que los mejillones más grandes y más blancos acumulan menos toxinas.

En este sentido, Paulino Martínez apunta que el color, además de estar determinado genéticamente está asociado al sexo. De esta manera, las hembras tienden a ser anaranjadas, mientras que los ejemplares más blanquecinos suelen ser machos.