Las denuncias de los últimos días en Ourense y en la Mariña lucense han reabierto el debate sobre la fauna salvaje

ANDRÉ SISO ZAPATA
R.S.

Decía Félix Rodríguez de la Fuente en su obra más exitosa, Fauna, que el lobo «es un animal social, muy noble, sumamente cooperativo y con una inteligencia que supera, seguramente, a la de cualquier otro carnívoro salvaje». No es una opinión compartida al 100 % por aquellas personas que tienen una parte de su vida vinculada al mundo rural. En las últimas semanas, ganaderos gallegos han denunciado nuevos ataques, y la desprotección de sus animales. Ya hay quien ha alzado la voz pidiendo realizar batidas para reducir el número de ejemplares, que la Xunta no termina de ver claro, solo como última opción. Y hay otros que abogan por evitar la caza de individuos apostando en cambio por modificar las técnicas de pastoreo. ¿Y cómo se resuelve el conflicto?

Uno de los principales retos a los que se enfrentan los ganaderos es la coexistencia de sus instalaciones agropecuarias y con las manadas de lobos. Todas las fuentes consultadas coinciden en que esta convivencia es inevitable, pero deben establecerse medidas para que los problemas se reduzcan al mínimo. Expertos como Xacobo Feijoo, responsable de fauna salvaje de Unións Agrarias, aseguran que hay que tomar medidas urgentes para proteger al ganado, pero siempre sin dañar al lobo como especie ni a su hábitat natural: «A convivencia é complicada, sobre todo nas zonas de gran densidade lobeira e onde estes animais xa se acostumaron a baixar a zonas de pasto do gando».

Para él, uno de los grandes problemas es la disposición de las reses: «Normalmente, os individuos que están máis expostos son os que peor acaban. Gando que pasta libre en terreos abertos, sen cans de pastoreo e lonxe dos establos. Hai que evitar estas técnicas e, sobre todo, modernizalas, para minimizar o risco de que os animais ataquen ao gando». Además, explica que las tareas de reforma de sus instalaciones son un agujero que no hace más que absorber dinero. «Os donos teñen que cambiar rutinas, instalar melloras de protección, comprar materiais, conseguir e coidar aos cans de pastoreo... Todo iso son sobrecustes, e non todo o mundo pode facerlles fronte», asegura.

Joan Alibés, presidente da Sociedade Galega de Pastos e Forraxes, sostiene que «deberíase reducir a exposición das zonas de pasto do gando e das instalacións gandeiras. Para iso, claro, necesitamos as axudas que nos debería ter concedido a Xunta hai xa tempo». Esa adjudicación de subvenciones que otorga la Consellería de Medio Ambiente es clave para la subsistencia de muchas explotaciones. Y esas ayudas, que llevan en trámites desde febrero, siguen sin estar adjudicadas. Este hecho perjudica a los ganaderos, que no pueden justificar los gastos que harían para protegerse de los lobos hasta que no se sepa a quién le han sido adjudicadas estas partidas. «En febreiro, asinouse no Parlamento Europeo unha carta que obriga a que as axudas de prevención de danos por fauna salvaxe deben ir incluidos nos presupostos dos Programas de Desenvolvemento Rural, pero a consellería non fixo nin caso. Están desobedecendo a Europa, e prexudicando gravemente ao sector gandeiro», comenta Alibés.

La solución a estos problemas, según algunos ganaderos, serían las batidas controladas. La Xunta ya ha confirmado que son una opción, aunque le gustaría evitarla y usar métodos menos agresivos, pero ya se plantea realizarlas en determinados puntos del monte ourensano y en zonas de la Mariña Lucense. Andrés Saavedra, miembro de Aperfasa (Asociación de Perjudicados por la Fauna Salvaje), es partidario de este método: «A situación é insostible. No Xistral, por exemplo, había centros con máis de 200 reses. Poucas semanas despois só quedaban quince ou vinte exemplares. O resto matounas o lobo. A situación é crítica. Ademais, a especie xa non está en peligro de extinción ao norte do río Douro, senón que soamente está considerada como especie protexida. Isto quere dicir que están permitidas este tipo de cazas reguladoras da poboación en casos extremos. A Xunta ten que elixir: ou a supervivencia da gandaría ou o lobo». Asegura que no le agrada haber llegado a este punto, pero que es necesario tomar medidas. Joan Alibés, Xacobo Feijoo o Manuel Freire -educador medioambiental y colaborador de asociaciones de protección de la fauna- opinan lo contrario. Coinciden en que las batidas son «una tirita» en una herida profunda, y que no sirven para nada más que para contentar a unos pocos y crear alarma social. «Los lobos son también un recurso para determinadas zonas de Galicia. En Xanceda por ejemplo, aprovechan para hacer turismo rural y explicarle a los visitantes como viven estos animales, como se comportan, que comen... Se está desaprovechando una oportunidad muy buena», comenta Freire.

«Las solución pasa por utilizar las ayudas que nos deben para mejorar la seguridad en las instalaciones. Las batidas son inútiles y no hacen más que crear pánico y eliminar de forma indiscriminada a una especie autóctona protegida», sentencia Alibés.