El problema afectó sobre todo a las colmenas de la costa y se espera que las del interior logren mejores resultados

m. alfonso

Las condiciones meteorológicas están complicando la situación a los apicultores gallegos. Las lluvias registradas durante la pasada primavera produjeron algunas pérdidas y la cosecha que ahora se está empezando a recoger en la costa gallega tiene visos de ser bastante escasa, explican en Mel de Galicia. La indicación xeográfica protexida (IXP) gallega aglutina a 350 apicultores de la comunidad, que cuidan de más de 45.000 colmenas repartidas por todo el territorio. Son la entidad que más apicultores tiene inscritos y que más miel certifica de toda España e, incluso, de toda Europa. El pasado año, se certificaron 80 toneladas de este producto. Entonces, fueron las colmenas de la costa las que obtuvieron una mejor cosecha. Este año, explican en el consello regulador, la situación será al revés. En el litoral no hay muy buenas previsiones y son las del interior las que podrían salvar la campaña.

«A climatoloxía non axudou nada. Na zona de costa a floración do eucalipto non era especialmente boa e non se puido aproveitar moito polas choivas», asegura Esther Ordóñez, presidenta del consello regulador Mel de Galicia. Las colmenas evolucionaron muy pronto y, cuando llegaron las lluvias, las abejas estuvieron también confinadas, «e a finais de abril, principios de maio tivemos casos nos que morreron de fame», añade. Ahora, ha comenzado la recolección en las zonas de costa y las previsiones hablan de escasez. El tiempo tampoco acompaña, con calor y viento «que están resecando toda a floración». La situación podría cambiar en el interior. «Esperemos que isto cambie. Aínda queda moito, toda a colleita de silva, de castiñeiro e de carballo e confiemos en que no interior vaian mellor as cousas», añade. Si las condiciones meteorológicas se vuelven más favorables, parte de las colmenas gallegas todavía podrían tener una buena cosecha.

El nuevo etiquetado, unas garantías que la IXP gallega ofrece hace años

Mel de Galicia fue una de las entidades que apoyó la campaña puesta en marcha por diversos colectivos para exigir un nuevo etiquetado para este producto que aclarase tanto el país de origen, como si la miel era sometida a tratamientos térmicos. Ahora que el Gobierno ha variado esta normativa, en la indicación geográfica gallega se encuentran satisfechos solo en parte. «Apoiamos un etiquetado claro porque é importante para o consumidor, pero a nosa IXP xa garante a orixe de toda a nosa mel», asegura Ordóñez. Le hubiera gustado que la norma obligase a poner el porcentaje de miel de cada país que se emplea en su elaboración o si esta fue sometida a elevadas temperaturas. Para la presidenta, las contraetiquetas gallegas son, desde su implantación, sinónimo de origen y de calidad. «Os nosos parámetros de calidade son máis estritos cós nacionais. Indican calidade e frescura e que o mel non se quentou por riba dos corenta graos», asegura.

Un producto saludable cuya demanda creció en toda España en el confinamiento

El confinamiento decretado por la alarma sanitaria también ha tenido sus repercusiones en el sector de la miel gallego, aunque de forma desigual. Por un lado estaban las envasadoras más pequeñas, las que comercializaban sus productos en pequeñas tiendas o mercados que cerraron sus puertas. Estas encontraron una salida a sus productos en Mercaproximidade, el proyecto de Medio Rural para acercar los pequeños productores a las grandes cadenas de distribución que operan en Galicia. Las empresas más grandes, las que venden a nivel nacional, detectaron en cambio un notable incremento de las ventas. «Ata un 50 % máis venderon con respecto ao mesmo período do pasado ano», asegura Ordóñez. Explica que este incremento de la demanda se detectó primero en el resto de España y, más tarde, también en Galicia. «A xente ve o Mel de Galicia como un claro produto a incluír na súa cesta da compra porque aumenta as defensas», explica. De hecho, recuerda un proyecto de investigación que determinó que los valores nutricionales de la miel gallega son superiores a los de la producida en otras zonas.

MARTÍN CAÑEDO I A ESTRADA

miguel souto

«A colleita está sendo bastante frouxa nesta zona e collín menos do que esperaba»

Las colmenas de Martín Cañedo, en A Estrada, no dependen solo de la floración del eucalipto. De hecho, su explotación se encuentra a mitad de campaña, «aínda quedan un par de meses para que todo remate», pues todavía falta la cosecha de zarza y la del castaño que, aunque aquí no es tan abundante como en otras zonas de Galicia, también se da. Este apicultor reconoce que la campaña del eucalipto fue, en esta ocasión, bastante mala. «En abril choveu moito e a floración do eucalipto foi frouxa. Collín menos do que esperaba e moito menos co ano pasado, que foi unha colleita excepcional e de moita calidade», explica. Cuenta que este año vino todo muy adelantado y que, en principio, parecía que iba a ser «un ano boísimo, pero despois fastidiouse a cousa bastante».

Tras los malos resultados de la campaña del eucalipto, Cañedo confía en que la del castaño sea algo mejor, aunque reconoce que por A Estrada no hay grandes plantaciones de esta especie. Pero sí las suficientes para que sus abejas hagan miel. «Tal e como está agora o tempo, a colleita de castaño vai ben. Fai calor e a cousa ten boa pinta, pero esperemos que non pare de chover, que veña algún chaparrón de vez en cando ou algunha nube», pide. De lo que pase a partir de ahora dependerá que pueda salvar parte de su cosecha.

DIEGO COLLAZO I VILAGARCÍA

MARTINA MISER

«Este año es desastroso. No hay nada, están las colmenas secas porque el clima no ayudó nada»

Diego Collazo es uno de esos agricultores de la costa que, este año, verá su cosecha de miel seriamente afectada. «Desastroso» es el adjetivo que utiliza para calificar la situación porque, asegura, «no hay nada, están las colmenas secas». El problema, explica, es que las abejas salieron muy débiles del invierno porque hubo velutina hasta finales de diciembre. Y que, después, «el clima no ayudó nada». De hecho, «me llamó un amigo diciendo que se le estaba muriendo de hambre y yo tengo una colmena en la que ya están matando a los zánganos».

Él lo tiene claro: «En la costa, este año va a ser horrible y estamos así todos los apicultores», asegura. La floración del eucalipto, de la que dependen sus colmenas, duró muy poco y, acto seguido, vinieron las lluvias. «Cuando las abejas cogieron fuerza, la floración del eucalipto ya estaba acabando», explica. Ahora, queda la zarza, pero de nuevo todo dependerá de las condiciones meteorológicas. «La zarza empieza ahora, si tenemos suerte igual podemos conseguir algo», cuenta. Aunque nada salvará ya la campaña de este año, pues la de los apicultores de la costa dependen en gran parte del eucalipto. «Cuanto más al interior mejor porque allí tienen más zarza y también castaño», cuenta este apicultor arousano.