Los adolescentes del campamento investigado del País Vasco aseguran que para comer debían «chupar el dedo del pie al monitor»

Alba Cárcamo / Iñigo Fernández de Lucio COLPISA/PAÍS VASCO

SOCIEDAD

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Los organizadores del campamento de Bernedo se defienden alegando que las duchas mixtas son una forma de «normalizar todos los cuerpos» y la actividad se anunciaba con ejes en el euskera, la naturaleza y el feminismo, aunque no figura en ningún registro público

26 sep 2025 . Actualizado a las 19:16 h.

La Ertzaintza ha abierto una investigación a un campamento privado en Bernedo (País Vasco) que tuvo lugar en agosto y que ha revolucionado este pequeño municipio alavés de apenas 500 habitantes. El caso salió a la luz tras las cartas que varias niñas enviaron a sus familias, en las que relataban duchas mixtas y comportamiento controvertido de los responsables.

Según las quejas recibidas por algunos padres, los monitores del campamento, que acoge a jóvenes de entre 13 y 15 años, se duchaban desnudos junto a los chicos y chicas asistentes. Esta práctica habría generado malestar y trauma en varias adolescentes y nuevas denuncias relatan que muchos cuidadores se paseaban por las instalaciones con sus miembros sexuales al descubierto. Incluso se ha aportado una nueva carta de otra niña en la que se lee que los monitores se ponían «en tetas» y se desnudaban. 

El nuevo testimonio más significativo es el de un educador de menores tutelados de Gipuzkoa que ya advirtió a sus superiores y a la Ertzaintza de lo que estaba pasando en Bernedo hace menos de un año, especialmente sobre comportamientos que considera «denunciables». Este trabajador social explicó que uno de los jóvenes le dijo que, a modo de juego, debían chupar «el dedo del pie al monitor» para comer la merienda.

Otro caso que relató y que transmitieron los acampados es que los cocineros se desnudaron completamente para preparar la comida y «uno de los niños no quiso comer». Una gran parte de testimonios de asistentes al campamento fueron remitidos en exclusiva a El Correo, medio con el que los progenitores han contactado de nuevo recientemente para dar más detalles de lo vivido por sus hijos en los últimos años.

Numerosos afectados también relatan teatros en los que «jugaban» a policías y manifestantes. En este caso, los niños simulaban estar protestando por algún tipo de causa y los monitores se dedicaban a perseguirles con palos en las manos. También se dio un caso ?explica otra familia? de que a un niño le arrojaron una cazuela entera de guisantes. 

Los padres trasladaron que han alzado la voz porque necesitaban confirmar que lo que ocurría en Bernedo «no era normal» y apuntan que familias vizcaínas insistieron en que sus hijas les contaron cosas muy parecidas a las que han advertido las madres que han decidido dar el paso de denunciar. 

Asimismo, el campamento se anunciaba con ejes en el euskera, la naturaleza y el feminismo, pero nadie sabía a dónde mandaban a sus hijos. Las familias insisten en que en los estatutos de la asociación, que son públicos, no aparece ninguna referencia a este tipo de prácticas.

Una «propuesta política» y «normalización de los cuerpos»

La asociación Sarrea Euskal Udaleku Elkartea, responsable del polémico campamento de Bernedo en el que menores de edad denunciaron que se les obligó a ducharse con otros adolescentes de distinto sexo, defiende la iniciativa de duchas mixtas como forma de «normalizar todos los cuerpos».

En un comunicado difundido este viernes en sus redes sociales, señala que, «más allá de ser simplemente un lugar de higiene», son también «una oportunidad para romper estigmas y liberarnos de la vergüenza y la sexualización». En el documento, en el que detallan lo que denominan «las bases ideológicas de su proyecto», no aclaran si habían solicitado los permisos necesarios para celebrar un campamento con menores, algo de lo que no tienen constancia ni la Diputación de Álava ni el Gobierno vasco.

Desde el gobierno aseguraron ayer a través del consejero de Seguridad, Bingen Zupiria, que la actividad «no figuraba en ningún registro público» ni tampoco explican si los padres eran informados con anterioridad de esta iniciativa que definen como una «propuesta política», aunque los progenitores que han dado la voz de alarma niegan haber tenido conocimiento previo sobre detalles como que iban a compartir habitaciones y duchas ambos sexos.

Sí que puntualizan en el comunicado que a los chavales «se les explica la situación» cuando llegan «y se les ofrecen recursos para reflexionar». Los responsables censuran que se han publicado «mensajes difamatorios» y «tránsfobos» contra el colectivo tras darse a conocer las quejas de las familias sobre las situaciones que vivieron algunos menores, hechos que investiga la Ertzaintza a petición del Ayuntamiento de Bernedo.

Desmienten en el texto, centrado en las duchas mixtas, que se haya forzado a nadie «a desnudarse delante de otros», aunque no mencionan nada sobre otros hechos, como las presuntas vejaciones narradas por algunos de los adolescentes de entre 13 y 15 años que acudieron al udaleku.

La experiencia de Bernedo, dicen, es un «proyecto autogestionado basado en el feminismo, el euskera y el trabajo en común» por el que este verano han pasado «cien personas» y en el que cada año ven «resultados muy positivos». Durante la estancia, insisten, protegen «constantemente a los niños y jóvenes», como demuestra el hecho de que, en cada grupo, hayan realizado «muchas visitas al médico».

 A su vez, dejaron claro que pretenden, basándose en los valores «transfeministas», crear «lugares seguros para todos los cuerpos» y, a través de las actividades del udaleku, «también las duchas», trabajar «la convivencia, la autonomía y los cuidados». «En nuestra sociedad -prosiguen- los baños y las duchas son una herramienta para dividir desde una lógica binaria y de género».

Esto, subrayan, «además de arrinconar muchos cuerpos e identidades, provoca situaciones de incomodidad y discriminación». Por eso creen que las duchas mixtas, en una sociedad en la que «la desnudez se relaciona con sexualidad», pueden ser «un lugar para deconstruir nuestra sexualización».