Si sigue creciendo la incidencia habría que inyectarla ya, pero cuanto antes se inocule menos protección ofrecerá en otoño
06 may 2022 . Actualizado a las 10:28 h.«Todo el mundo lo tiene claro: la cuarta dosis se va a poner, la cuestión es cuándo», asegura el presidente de la Sociedad Española de Vacunología, Amós García Rojas.
Únicamente el viceconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Antonio Zapatero, sembró la duda, al señalar que «puede tener un efecto anómalo en el sistema inmunológico» sin incrementar significativamente la protección. Por contra, varias comunidades, entre ellas Galicia, Asturias y Andalucía están presionando para que se administre, de momento en los mayores de 80 años que es el grupo en el que están pensando tanto los expertos como los gestores sanitarios.
La Sociedad Española de Vacunología y destacados investigadores como Marcos López Hoyos, que preside el colectivo de los inmunólogos, descartan por completo esos efectos anómalos de los que habla Zapatero siempre que se cumplan las prescripciones de las vacunas y ese nuevo refuerzo se administre transcurridos cinco meses desde el anterior.
El propio Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) insistió la semana pasada en la importancia de elegir muy bien el momento en el que se administra dependiendo de la situación epidemiológica de cada país y de la época del año en el que hay que tomar la decisión.
Precisamente en eso insiste García Rojas, que forma parte de la Ponencia de Vacunas que es la que le pone sobre la mesa las opciones científicas a la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial que es la que finalmente determina cómo y cuándo se administra. «Si damos ahora la vacuna pierde parte de su capacidad defensiva, pero si la cosa se desmadra en mayores de 80 años, entonces sí que tendríamos que vacunar, eso es evidente», asegura.
Anticuerpos decrecientes
Los datos del ECDC indican que la protección cae un 24 % transcurridos seis meses y un 40 una vez que pasan nueve meses. En Galicia —al margen de los pacientes inmunodeprimidos a los que ya se les inoculó antes y ahora tienen también su cuarta dosis— la aplicación del refuerzo empezó a finales de octubre del año pasado. Por tanto, a las personas de más edad, como ocurre también en otras comunidades que desarrollaron con celeridad su campaña de vacunación, cada vez les queda más lejos aquel pinchazo y cabe presuponer que sus niveles de anticuerpos se encuentran cada vez más mermados.
Precisamente en ese colectivo se fija el investigador Quique Bassat. «Hay un gran grupo que no debemos olvidar que son lo que han protagonizado todas las malas noticias en esta pandemia, que son los mayores de 80 años, muchos en residencias, pero muchos en sus casas», porque en estos momentos «es muy probable que en este grupo empecemos a ver ingresos y que la vacunación para ellos sea recomendable», tal como señaló el experto.
La principal disyuntiva es que ese decaimiento de los anticuerpos, al igual que se está produciendo ahora, se va a repetir después de la cuarta dosis. Con lo cual cuanto antes se administre, en teoría, más vulnerables van a llegar estas personas a los meses del año en los que proliferan las enfermedades respiratorias y la vida se concentra en los espacios interiores. «Habría que esperar un poco, sería conveniente empezar en septiembre u octubre porque lo que se está viendo es que si se la damos ahora los anticuerpos pueden desaparecer al poco tiempo», advierte la catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo, África González.
La vacuna española
Además hay otro factor más en la ecuación: los repetidos llamamientos de los especialistas para ampliar la cobertura con vacunas distintas a las de ARNm (Pfizer y Moderna), porque considera que se podría incrementar la efectividad. Y en esta estrategia entraría incluso el medicamento desarrollado por la española Hipra. Según el Gobierno se podría comercializar a finales de mes.
