Además de los antepasados bovinos encontrados en la cueva lucense, en el estudio secuenciaron el genoma de otros 11 fósiles vacunos gallegos procedentes de diferentes épocas, desde la de Hierro a la Edad Media. Los más antiguos que obtuvieron para la comparativa se remontan a hace 3.000 o 4.000 años. Lo que les dicen los genes, de momento, es que no hay un linaje directo entre estos mamíferos salvajes de 9.000 años y las vacas domesticadas gallegas. «Pero, por así decirlo, solo tenemos la información de la madre, nos falta la del padre», aclara la veterinaria Amalia Vidal, la otra responsable del estudio. Por eso, ahora están inmersas en la segunda parte, la secuenciación del ADN nuclear. «Vamos a comenzar con uno de ellos. Este es un proceso más complejo y lo que es ya todo un descubrimiento es dar con estos restos. El suelo de Galicia es muy ácido, por eso hay tan pocos fósiles de aquel momento», asiente Vidal, la investigadora de la UDC.
De existir un posible parentesco, no sería un indicio aislado. En el norte de Europa y en países como Italia, investigaciones previas apuntan en esta dirección, al rastro genético de los uros locales, y no solo de los originarios de Oriente Medio. «Se supone que las vacas domésticas gallegas proceden de los bovinos asiáticos que entraron por Europa con los humanos del Neolítico, que ya tenían ganado y cultivaban la tierra. En el norte peninsular, las más antiguas tienen entre siete y seis mil años aproximadamente. Los eventos de domesticación locales serían otra prueba de algo lógico: seres humanos en el mismo mundo y en la misma época, ¿por qué se les iba a ocurrir solo en una zona descubrir técnicas ganaderas?», apunta la veterinaria Amalia Vidal. «Se creía lo mismo de la cerámica neolítica y ahora hay indicios de que se hacían recipientes en muchos puntos de la Península. Estos cruzamientos podrían deberse a un fenómeno casual o intencionado para reforzar la fuerza de las vacas. Para esto necesitamos secuenciar el ADN nuclear de los uros, de las vacas antiguas y de las modernas. Lo que apuntan los estudios previos en el norte de Italia o en Dinamarca puede ser algo puntual o no pero que no conocemos porque no hemos podido profundizar más al carecer de fósiles», apostilla Grandal.