Así funcionaba la mayor trama piramidal de criptomonedas

e. v. pita VIGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Arbistar pagaba los sábados y ofrecía recompensas por captar amigos

12 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Arbistar 2.0, la mayor trama piramidal de criptomonedas, como la ha definido el juez de la Audiencia Nacional José Luis Calama, tiene todos los ingredientes de un esquema de Ponzi que ha atrapado a cientos de ahorradores gallegos, casi todos de avanzada edad, aunque también han perdido dinero jóvenes emprendedores que jugaban cantidades modestas. El magistrado investiga la megaestafa en 30 provincias españolas, incluidas Pontevedra y A Coruña. El despacho compostelano Oulego Abogados y Consultores está estudiando 30 denuncias, sobre todo de Vigo.

La empresa financiera Arbistar 2.0, con sede en Tenerife, prometía pagar todos los sábados rentabilidades del 8 al 15 % a sus inversores y hacía planes de amigos para recompensar a quienes trajesen más clientes y embarcasen en la aventura a sus allegados. Tenía una fuerte campaña de márketing para crecer de forma exponencial. La rueda solo se movía si se seguía alimentando de nuevos clientes.

El truco consistía en prometer rentabilidades del 8 al 15 % mensual para atraer a los nuevos inversores y usar su dinero para pagar a los más antiguos, los cuales hacían correr la voz de que era un negocio seguro porque ellos estaban amasando beneficios casi inmediatos. Eran el cebo y el boca a boca funcionó. A su vez, los afortunados que cobraban se «calentaban» y se animaban a aportar más dinero para sacar más tajada. El sistema estalló en agosto del 2020 porque varios inversores decidieron que ya habían ganado suficiente y era hora de hacer caja. Se les ocurrió la idea de pedir la retirada de sus fondos pero fue desatendida. Al ver que nadie podía sacar el dinero, cundió la alarma y, en septiembre, había 32.000 inversores atrapados, según el último recuento de la Audiencia Nacional. Algunos hablan de 150.000 perjudicados porque se hicieron muchos clubs y comunidades. La investigación se centra en Santiago F.J., que figura como el administrador único de Arbistar 2.0 SL. Su objeto social era el desarrollo y promoción en aplicaciones de criptomonedas semiautomatizadas, usando bots para acelerar las transacciones.

El presidente de la Asociación Gallega de Blockchain e IoT (Agalbit), Antonino Comesaña, explica que Arbistar funcionaba con una estructura de stalking, la cual es legal porque paga comisiones del 1 o 2 % anual por depositar criptomonedas. Los inversores de Arbistar tenían que abrir una cuenta en un prestigioso exchange (mercado de compraventa) como Coinbase, «donde registrarse es muy fácil». Luego, el cliente transfería los euros, los reconvertía en criptomonedas y los depositaba en una wallet (cartera virtual) que controlaba Arbistar. «Equivale a decir: Dame tu dinero que te lo guardo yo», explica Comesaña. Aquí ya había algo turbio: prometían rentabilidades estratosféricas a cambio de que el cliente les cediese el control para «custodiar» sus divisas digitales durante dos meses y luego podía pedir su reembolso. Cuando quisieron sacar el dinero, nadie cogía el teléfono.

«Nos llaman amigos y familiares de afectados, esto fue una trama bien orquestada porque no parecía un chiringuito, contaban medias verdades y su discurso era coherente», dice el presidente de Agalbit. Añade que la asociación, «ante la marabunta de consultas que nos llegan para invertir» en criptoactivos ha decidido impartir cursos para dar las herramientas al inversor y evitar que caigan en fraudes.