El creador del «labradoodle» dice que son como el «monstruo de Frankenstein»

La Voz

SOCIEDAD

Este perro, cruce entre labrador retriever y caniche, da como resultado un animal no alergénico que causa furor entre los famosos

27 sep 2019 . Actualizado a las 03:16 h.

Es considerado uno de los «perros de diseño» más populares en todo el mundo. Los «labradoodles» son el resultado del cruce entre un labrador retriever y un caniche. Una idea que llevó a la práctica el australiano Wally Conron después de que una mujer le pidiera un animal que combinara la destreza de un golden con los rizos del caniche; quería el perfecto perro guía logrando además un particular toque estético. 

De aquel experimento nacieron tres cachorros. De ellos, uno fue para la mujer y los otros dos se quedaron con Conron hasta que tuvo otra idea: dejar atrás la denominación de «cruce» a «nuevo tipo de perro no alergénico», que recibiría el nombre de «labradoodle». «¿Puedes llamar a los medios y decirles que hemos criado una raza especial», reveló Conrad a la cadena televisiva ABC. Era 1989, el resto vino rodado. El «labradoodle» no tardó en despertar un importante interés ente los perros de diseño, que comenzaron a alcanzar precios mucho más elevados que el resto de razas. Famosos como Miley cyrus o Barack Obama presumían de tener uno. 

Poco a poco fueron apareciendo nuevas «razas» al estilo del «labradoodle» como los «schnoodles», resultado del cruce entre un caniche y un schnauzer. 

Pero a día de hoy, treinta años después y con toda la fama a las espaldas, su creador ha cambiado de idea: esta nueva raza es, calificada por él mismo, su «arrepentimiento de la vida», la chispa para la proliferación de híbridos de caniche que, según él, la cría irresponsable de los mismos es la causante de multitud de problemas de salud. 

«Abrí la caja de Pandora y creé un monstruo de Frankenstein», confesó en una entrevista a la Australia Broadcasting Corporation en una entrevista la semana pasada. 

Su arrepentimiento fue escuchado desde dos vertientes diferentes. Por un lado, generó un desacuerdo indignado entre los amantes de los «labradoodles»; por otro, el reconocimiento público de los peligros en la búsqueda imprudente de nuevas combinaciones caninas. 

Desacuerdos que vienen de hace tiempo 

La posición de Conrod, aunque estalló mediáticamente la pasada semana, viene de muy atrás. Ya en el 2004 una publicación en el Psichology Today se recoge una entrevista con Conron en la que denuncia a los «criadores de traspatio»  que se «han subido al carro» que él comenzó. En 2016 escribe en su propio blog sus lamentos acerca del tema, reflejando la «manía» que cogió a los «labradoodles» poco después de que se hicieran famosos. 

 Empresa lucrativa

La aparición de estas nuevas «razas» generó un enfrentamiento entre los defensores de las razas puras y los innovadores. De esta manera, los primeros acusaron a sus homólogos de los perros de diseño de perseguir ganancias con su creación, desviándose así de la idea de buscar la perfección canina. 

Conron se suma a esta perspectiva, ya que confiesa haber desconfiado rápidamente de que algunas personas sin escrúpulos estuvieran criando labradoodles, goldendoodles y schnoodles sin tomar las precauciones adecuadas para evitar cachorros poco saludables. 

Recibió el apoyo de Cheryl Quitoriano, una criadora de labradoodle de Arizona que puso de ejemplo al Whashington Post los peligros de los «dobles merles», haciendo referencia a una mutación genética en razas caninas que produce problemas auditivos. «Mucha gente no es consciente de este tipo de cosas. Simplemente crían cosas juntas», apunta Quitoriano. 

Con lo que no estuvo de acuerdo con Conron fue con que este dijera a los medios de comunicación que «los 'labradoodles' están locos o tienen un problema hereditario». Para Cheryl «son una raza increíble». «Lo diré hasta que las vacas lleguen a casa», añade.