Por ejemplo, en el caso de los ciervos zombies todas las pruebas realizadas hasta el momento revelan que no existe una transmisión a los seres humanos. «Pero tampoco habría que bajar la guardia porque podría ocurrir una mutación», advierte el investigador Jesús Requena.
r. romar
Los animales se muestran cansados, decaídos, pierden el apetito, rechinan los dientes, aparecen con la cabeza y las orejas caídas, e incluso se muestran agresivos con los humanos hasta que el final acaban falleciendo. Es lo que les está ocurriendo a centenares de ciervos y alces en Estados Unidos y Canadá afectados por una enfermedad neurodegenerativa causada por un prion -una proteína mal plegada- que los acaba transformando en zombis y que puede transmitirse de forma muy eficiente a través de cualquier fluido. De hecho ya se les conoce como los ciervos zombis. En realidad, los primeros casos se han registrado a mediados de los años 60 sin que se haya observado ningún problema, pero desde hace algo menos de dos años han surgido nuevas cepas, también en alces y renos de Canadá, Noruega y Finlandia, lo que ha suscitado la alarma o, cuando menos, la preocupación ante la posibilidad de que la patología de los cérvidos se vuelva más infecciosa y dé el salto a los humanos.
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