¿Realmente el virus del ciervo zombi puede saltar a humanos?

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

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Pese a la alerta de EE.?UU., los expertos lo ven muy difícil

12 jul 2019 . Actualizado a las 20:20 h.

Los animales se muestran cansados, decaídos, pierden el apetito, rechinan los dientes, aparecen con la cabeza y las orejas caídas, e incluso se muestran agresivos con los humanos hasta que el final acaban falleciendo. Es lo que les está ocurriendo a centenares de ciervos y alces en Estados Unidos y Canadá afectados por una enfermedad neurodegenerativa causada por un prion -una proteína mal plegada- que los acaba transformando en zombis y que puede transmitirse de forma muy eficiente a través de cualquier fluido. De hecho ya se les conoce como los ciervos zombis. En realidad, los primeros casos se han registrado a mediados de los años 60 sin que se haya observado ningún problema, pero desde hace algo menos de dos años han surgido nuevas cepas, también en alces y renos de Canadá, Noruega y Finlandia, lo que ha suscitado la alarma o, cuando menos, la preocupación ante la posibilidad de que la patología de los cérvidos se vuelva más infecciosa y dé el salto a los humanos.

«Es probable que los casos en humanos asociados con el consumo de carne contaminada se documenten en los próximos años», explicó Michael Osterholm, director del Centro de Enfermedades Infecciosas y Prevención de Investigación de la Universidad de Minnesota. De momento, no existe ninguna prueba de que se haya cruzado la barrera de especies, pero no se descarta que pueda hacerlo en el futuro. «Es posible que el número de casos humanos sea sustancial y no sean eventos aislados», aseguró Osterholm.

Es cierto que hay precedentes de enfermedades priónicas en animales que dieron el salto a humanos -la enfermedad de las vacas locas con su variante humana de Creutzfeldt-Jakob es el ejemplo más conocido-, pero no es nada fácil que ocurra. «Hay que tener un poco de prudencia, porque el salto de especies, aunque no es algo impensable, no se consigue fácilmente. ¿Que las nuevas cepas puedan llegar a ser transmisibles? A día de hoy no lo sabemos y me parece muy bien que se hagan estudios para descartar esta posibilidad», explica Juan José Badiola, catedrático de Patología Animal de la Universidad de Zaragoza y presidente de la Organización Veterinaria Colegial de España. De hecho, el scrapie o tembladera, que afecta a las ovejas y cabras y cuyos primeros casos se documentaron ya en el siglo XVII, nunca se ha transmitido a personas, a pesar de que existen más de veinte cepas diferentes de la enfermedad.

Joaquín Castilla, investigador del CicBiogune del País Vasco y el primero que estableció que los conejos también podían verse afectados por patologías priónicas, asegura que todavía existen muchas incertidumbres, pero que todas las pruebas realizadas hasta el momento no han observado ninguna anomalía, aunque con las nuevas cepas, que son de aparición reciente, aún habrá que esperar para confirmar resultados en un sentido u otro.

«Nadie lo puede decir»

«Lo que aún no podemos saber ahora -advierte- es si las nuevas cepas son infecciosas o no en humanos, porque es lo que aún se está estudiando. Nadie puede decir que lo sean». Para demostrarlo se realizan ensayos en modelos animales o en vitro, que son los que están llevando a cabo Castilla y su equipo. Para tener una absoluta confirmación, en especial con los casos que han surgido en alces, renos y ciervos rojos en Noruega y que luego se extendieron a Finlandia, son necesarios al menos cuatro años y las variantes más recientes, tanto en el Norte de Europa como en Canadá, han surgido hace algo menos de dos.

«Lo que sí sabemos seguro -destaca el investigador- es que no son iguales a las tradicionales y que, al no ser las mismas, sí cabría la hipotética posibilidad de que fueran infecciosas. Esto no significa que haya que tener miedo ni preocuparse. Pero que hay que estudiarlo, por supuesto que sí, porque lo que no se puede hacer es bajar la guardia».

De las variantes más recientes también se desconoce su capacidad de transmisión. En las tradicionales sí es muy alto. «No hay ningún fluido, desde lágrimas, orina o heces, que no transmita el prion, por eso la infección se propaga tan fácilmente entre los animales salvajes. «Que se transmitiera a humanos sería una gran sorpresa, pero también una gran preocupación porque en las especies silvestres es más complicado mantener un control», advierte Juan José Badiola.

El neuropatólogo Alberto Ramo también ve difícil que se cruce la barrera, aunque entiende que «en enfermedades priónicas siempre existe un riesgo».