«Sin donantes mayores, los trasplantes se reducirían de forma dramática»

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

GUSTAVO RIVAS

El número de personas de más de 60 años que ceden órganos casi se duplicó desde el 2010

25 abr 2019 . Actualizado a las 19:26 h.

Un hígado de una persona de 94 años. Es el órgano más viejo que jamás se haya trasplantado en España, en el 2016, y probablemente también en todo el mundo. Es una excepción, como también lo fue la del donante gallego de 91 años que lo cedió el pasado año. Pero estos casos son cada vez menos infrecuentes en un país en el que la edad media de las personas que ofrecen después de muertos partes de su cuerpo a otras de forma desinteresada se ha disparado hasta los 60,5 años, mientras que la de Galicia se eleva a los 61,2. No queda otro remedio que recurrir cada vez en mayor medida a los órganos de pacientes de edad avanzada para que España siga manteniéndose como líder mundial en trasplantes y, lo que es más importante aún, salvar y mejorar la calidad de vida de otros. Sin estas aportaciones, sobre todo a partir del radical y afortunado descenso de los jóvenes muertos en accidentes de tráfico, el sistema sería prácticamente inviable. Así lo reconoce la directora general de la Organización Nacional de Trasplantes, la santiaguesa Beatriz Domínguez Gil. «Si nosotros hubiéramos mantenido inalterables nuestros criterios de aceptación de órganos, la actividad de donación y de trasplante en nuestro país habría disminuido de forma dramática y condenado a muchos pacientes a diálisis o a la muerte, porque no habría ninguna opción terapéutica disponible», asegura. «Este tipo de órganos -constata- nos permite salvar a pacientes que se encuentran en situación de urgencia vital y sin ellos no tendríamos capacidad de responder a las necesidades de trasplante».

Los datos avalan la necesidad de un cambio que se ha implantado hace ya algunos años. Así, si en el 2010 el 32 % de los donantes tenía 60 años o más, este porcentaje se ha incrementado el pasado año hasta el 57 %, casi el doble.

Pero que los órganos correspondan a personas de más de 60 años (el 57 % del total); de 70 (el 31 %) o incluso de 80 (el 9 %) no significa en absoluto que no sean válidos, sino que mantienen en buen estado todas sus funciones vitales. «Antes de aceptarlos», indica Domínguez, «se hace una evaluación muy pormenorizada caso por caso, desde el punto de vista de su función y de su anatomía y con ello se toma la decisión, pero el concepto importante es que para el sistema de trasplantes la edad cronológica ya no es un factor limitante, sino la edad biológica. Y si los resultados no fueran tan extraordinarios como los que estamos teniendo, no nos lo plantearíamos».

En esta apreciación coincide Fernando Mosteiro, responsable del programa de trasplantes del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac). «No nos fijamos en la edad del donante -dice- sino en que su órgano sea el idóneo y correcto, porque por encima de todo lo más importante es la seguridad del receptor. Y tenemos una experiencia de muchos años para saber cómo hacer bien las cosas».

En la evaluación que se sigue para decidir si se acepta un hígado, un corazón, un riñón, un pulmón o un páncreas no solo se tiene en cuenta que esté en buenas condiciones para cumplir con sus funciones en el cuerpo del trasplantado, sino que también se examina el perfil del donante para advertir posibles riesgos. En este caso se toma en consideración, en función la pieza que se quiera trasplantar, si el donante es diabético, fumador, tiene hipertensión, cualquier otro riesgo cardíaco o incluso si es obeso.

El hígado es el órgano que mejor soporta el paso de los años

Si el donante no es hipertenso, no ha tenido un consumo excesivo de alcohol o drogas y no se ha sometido a una medicación de forma prolongada, el trasplante hepático puede ser perfectamente factible incluso si procede de una persona de 94 años.

También se suelen aceptar sin problemas riñones de personas mayores de 70 años, o incluso de 80, otra parte del cuerpo que suele mantenerse en buen estado en la vejez si el individuo que la cede ha tenido una vida saludable. En este supuesto la donación es especialmente importante, ya que no solo aumenta la calidad de vida del receptor, tal y como demuestran los estudios realizados, sino que también se les permite liberarse de la diálisis, por lo que mejora su calidad.

Sin embargo, el corazón es mucho más sensible al envejecimiento, al igual que el páncreas, por lo que el límite de edad de los donantes se sitúa en el primer caso entre los 60 o, como mucho, 65 años. El pulmón también es delicado, pero puede aceptarse el de individuos que lo cedan entre los 65 y los 70 años.