«A mi familiar le encasquetaron cosas que no sabe ni lo que son»

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado CEE / LA VOZ

SOCIEDAD

ANA GARCÍA

Denuncian ventas de productos de salud con técnicas abusivas

22 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La casa de Manuel Prol Amigo, en el lugar de A Lagoa (Zas), parece un escaparate de la teletienda: sillones de masajes (al menos cuatro prácticamente idénticos), media docena de colchones viscoelásticos aún con el plástico, almohadas, ropa de cama, una cinta de correr, una plataforma vibratoria, purificadores de agua, un masajeador 3D, un robot aspiradora automático, una máquina de láser diodo, libros de coctelería... Productos por valor de muchos miles de euros -resulta difícil precisarlo-, que no tendrían más particularidad que sus supuestos beneficios para la salud, de no ser porque la familia del jubilado, de 72 años, y que forjó su patrimonio como emigrante en Suiza, asegura que se los vendieron con técnicas completamente abusivas, al límite de la estafa, por lo que han decidido emprender acciones legales.

Hasta ahora nadie del entorno había reparado excesivamente en esos gastos, pero a raíz de varios episodios de desorientación en los que Manuel apareció con su vehículo a muchos kilómetros de distancia de Zas, los parientes que viven a escasos metros de su casa han decidido arroparlo más de cerca, y se han topado con un rosario de cargos bancarios e incluso de reclamación de deudas por parte de empresas financieras. De hecho, incluso un trabajador de uno de los bancos con los que trabaja la familia dio la voz de alarma y decidió devolver algunos recibos, al entender que se trataba de operaciones para nada relacionadas con el perfil del cliente.

El afectado apenas quiere hablar del tema y le resta importancia, pero Manuel Amigo Novo, un primo que lo cuida junto a otros parientes, pone el grito en el cielo. «Ya no es que a nosotros se nos esté causando un perjuicio patrimonial, es que están estafando a nuestros mayores, así de claro. A mi familiar le encasquetaron cosas que no sabe ni lo que son», se queja Amigo, mientras muestra una factura de 4.860 euros, otra de 3.672 y numerosos cargos bancarios de 270 euros mensuales. Todo ello desde julio del año pasado, con lo que desconoce cuanto más puede haber de años anteriores.

Una de las empresas implicadas en las ventas aseguró este viern3es que ellos verifican varias veces y con personas diferentes la aceptación de las operaciones y, en su caso, de la financiación.