¿Qué haces tres semanas sin móvil?

SOCIEDAD

CÉSAR TOIMIL

Te quedas sin números de teléfono ni direcciones de correos, los médicos pueden borrarte de las listas y no hay forma de subir una foto

05 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Mediodía del 3 de septiembre. Acaba una plácida conversación en la plaza del Tebeo de A Coruña. Vuelta hacia Cuatro Caminos. En la mano un libro, una libreta y el móvil… De pronto ¡pánico! ¿Dónde está el teléfono? ¿Quedaría allí? «¿Te lo mangarían?». Tres recorridos por la misma ruta. Preguntas a los jardineros, en los comercios,... Llamada a la Policía Local. Wasap desde un móvil prestado. Aparece apagado, dice la experta que lo ha enviado. Una hora de búsqueda inútil. Asumido: estás sin móvil. Esa tarde empieza un curso sobre cuestiones de actualidad. Dura una semana. El segundo día uno de los ponentes dice: «Os envié al wasap el resumen…». Analógico, por favor. En papel. Llamada a objetos perdidos. «Tenemos dos iPhone 6… El suyo no está», dice, amable, el agente. «Búscalo en Internet», propone un cursillista. Pero para un usuario que está en primaria de informática no es fácil. Teclee su ID… ¿Ha olvidado la contraseña? Pues sí. ¿Cómo se llamaba su primer jefe? Buff. ¿Cuál fue su primer coche? ¡Esa sí!: Un 600 de sexta mano y descapotable; bueno, tenía una loneta por techo. Demasiados errores, dice la máquina: inténtelo más tarde. Como si la memoria tuviera apertura retardada.

Pasa una semana. Van a duplicar el número. «¿Tenías activado...?». A saber lo que tenía activado o no, siendo un torpe alumno de primaria...

«No pudiendo ponerse en contacto con usted, le rogamos que se ponga en contacto con nosotros, a la mayor brevedad posible», dice una carta, certificada. Y concluye que de no hacerlo «procederemos a borrarlo de la lista de espera». Visita inmediata al centro médico del que procede la misiva. Cubiertos los trámites vuelta a empezar: «Déjeme un teléfono para avisarlo si hay algún cambio...». ¡Qué más quisiera! No se lo creen. Como una cantinela les repito el mismo número que uso hace... ¿20 años?.

El único contacto con Internet es un correo electrónico. Ahí llega este mensaje: «Hoy a las 22 en la Taberna…». Convocatoria para unas cervezas. Para eso siempre hay manera de avisar.

«¿No tienes otra conexión menos fría que este correo?», pregunta Pablo Portabales desde Radio Voz. Por un imprevisto no puede acompañar a Santiago González Torrejón a presentar su libro El sueño de Gark. Y ahí acabo, hablando con el autor de una sociedad donde las relaciones humanas están dirigidas por meta buscadores, las casas están domotizadas, quienes trabajan son los robots... Anoto preguntas en una libreta con un bolígrafo Bic. Y no es un efecto vintage.

Visita a la oficina de objetos perdidos: hay cajas con teléfonos móviles. «Deme el número de correo del suyo, uno largo… Nada». Dos intentos más en los siguientes días e idéntico resultado.  

Mensaje en el buzón... de casa

«¡A ver si coges el teléfono que te llamé varias veces!», recrimina uno de los asistentes a la inauguración de la exposición de Siro, con sus viñetas sobre la Transición. No es el único: «Ya te vale la disculpita esa de que no tienes móvil...», comenta otra.

En la calle una vecina me dice: «En cuanto coja las vacaciones te llamo para ese café que tenemos pendiente». Otra vez la misma explicación. «Pues te dejo un aviso en el buzón de casa y ya está». Y así pasan casi dos semanas.

Comida familiar el 16 de septiembre. «¿Vamos a San Andrés?». Y allá vamos en una tarde imponente: las rosquillas, las hierbas, los ex votos, la Misa, las velas, los acantilados... En uno de los bares, conocidos de la familia, la dueña tiene una tortilla espectacular por su grosor: «Esta leva 27 ovos...». ¿Foto? No tienes teléfono. Ni para la garita de Herbeira. Ni para el cabo Ortegal...

En la noche del día 25 acaba el aislamiento. No hay prisa. Con el nuevo día revive el número. En un momento parece que va a palmarla: cuando empieza a caer una cascada de 967 wasap que, dice el trebello, son de 57 chats. ¿Tantos? «Te llamé varias veces. La exposición de Cuba va muy bien. Cuando puedas llámame», pide María desde Barcelona. Desde allí también preguntan: «¿Vas a venir este año?». Una cita literaria. «¿Me puedes dar el correo de...?». «¿Tendrás el teléfono de...?». El asunto es que los que no han vuelto al nuevo teléfono son los contactos y los wasaps vienen de números sin nombre. Los contactos están en un papel (¿qué haríamos sin el papel de cada día?) y habrá que ir pasándolos con paciencia: decía la maquinita que eran 3.916...

Parece que tampoco volverá aquella conversación, una joya de valor incalculable, con Xavier P. Docampo, grabada con ese móvil perdido en la cama de un hospital hablando, ilusionado, de su película Na outra beira das augas grandes. Ahí también estaba la voz del cineasta José Antonio Porto que, acompañado por Manel Mantiñán, contaba sus sorprendentes encuentros con Buñuel. Y es que «todos esos momentos se perderán... en el tiempo... como lágrimas en la lluvia...», a la espera de que quizá un nuevo replicante los encuentre «más allá de Orión» en eso que todos llaman «la nube».