Pedro Cavadas: «El mayor premio es que un paciente te diga que le has cambiado la vida»

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Kai Foersterling

«Mi día a día consiste en lidiar con casos muy complejos», asegura Cavadas, conocido como el doctor Milagro

21 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo suyo no es el más difícil todavía de la cirugía, aunque sus operaciones casi milagrosas parecen contradecirlo. Realizó el primer trasplante bilateral de antebrazos y manos, la reconstrucción de un cráneo a un niño, el trasplante de cara más complejo que jamás se haya hecho, restauró el rostro de una mujer afectada por un enorme tumor, trasplantó dos brazos enteros... Y ahora unió la columna vertebral y la pelvis de un tetrapléjico con un hueso del peroné. Pero Pedro Cavadas (Valencia, 1965) elude hablar de retos y no persigue imposibles. Su única ambición se resume en mejorar la vida de sus pacientes, muchos de los cuales son operados de forma gratuita a través de su fundación. Un viaje a África cambió sus prioridades. Y no piensa cambiar lo importante por «las idioteces». Una filosofía que refleja en sus respuestas, directas y precisas, porque rehúye de lo superfluo para centrarse en lo que de verdad importa.

-Su última operación, la unión de la columna vertebral y la pelvis. ¿Cuál fue la mayor complejidad?

-El caso fue técnicamente muy complejo, pero afortunadamente ya se ha terminado. Lo fue por el tipo de paciente y por el tipo de lesión, porque un tetrapléjico es un paciente cuyo cuidado intra y posoperatorio es complicado, y porque el tipo de lesión reúne factores muy desfavorables.

-Como la fuerte infección que presentaba.

-Esa es una de ellas, pero en realidad fueron muchas las circunstancias desfavorables que hicieron de este caso muy complejo, muy difícil.

-¿Hasta qué punto fue pionera la intervención?

-Pues no lo sé. Imagino que sí que lo es, pero el hecho de que algo sea pionero o no tampoco es muy importante. Lo importante es que le hemos solucionado la vida a este hombre.

-Ahora por fin puede sentarse.

-Sí. Llevaba una existencia miserable y ahora va a llevar una vida con limitaciones, como un tetrapléjico normal. Pero se trataba de eso, de que pueda vivir como un tetrapléjico normal.

-Su paciente era de Guatemala y ni allí ni en Estados Unidos le ofrecían una solución. ¿Cómo ha llegado a sus manos?

-En este caso por una amiga común, una enfermera que trabajó con nosotros en alguna misión en Tanzania y que también lo hacía en Guatemala. Conocía el caso, me lo consultó y al final acabamos trayéndolo para España.

-¿Fue la operación más difícil a la que se ha enfrentado?

-No, no. Las más complicadas normalmente no trascienden a los medios, porque se trata de complejidades técnicas que no interesan mucho al público en general. Fue una intervención difícil, pero no de las más difíciles. Por fortuna o por desgracia, prácticamente todos los días tengo casos complicados.

-Entiendo entonces que para usted tampoco fueron de las operaciones más difíciles el trasplante de cara, el bilateral de antebrazos y manos y otras muchas por las que se le conoce.

-En absoluto estos casos fueron los más complicados. Que va, que va. Es que el día a día es así. Mi día a día, por suerte o por desgracia, consiste en lidiar con este tipo de casos muy complejos.

-¿Y cuál fue el caso del que se siente más orgulloso, el que le causó una mayor satisfacción?

-Pues no lo sé. Seleccionar una operación es dificilísimo. Si has hecho diez o cien casos, pues es fácil escoger una, pero si has hecho miles de intervenciones seleccionar una es algo tirando a imposible. No lo sé, hay muchos. Cuando un paciente te reconoce que le has cambiado la vida, no hay más. No hay ninguna profesión que te dé esa satisfacción, no hay nada como la medicina para eso.

-¿Entonces para usted el mayor premio es que un paciente le diga que le ha cambiado la vida?

-Es que realmente ese es el máximo de la medicina, que un paciente te diga que les cambiado la vida. No se puede aspirar a más.

«En Occidente las prioridades son decidir entre una idiotez y otra»

Pedro Cavadas, a través de su fundación y con la colaboración del hospital de Manises, financia operaciones complejas a pacientes sin recursos, como fue la reconstrucción de la columna vertebral y pelvis que le practicaron al guatemalteco Wilmer Arias.

-¿Costearon ustedes la operación?

-Sí, en este caso todos hemos puesto un granito de arena. Y sí, este paciente no ha pagado un euro, como debe de ser.

-Dicen que a usted África le ha cambiado la vida. ¿Fue así?

-Sí, en su día lo hizo. Me cambió la forma de ver la vida y el orden de prioridades.

-¿Por qué?

-Porque en Occidente las prioridades son decidir entre una idiotez u otra para ver cuál de las dos idioteces es más importante. Cuando sales y vas a África subsahariana te das cuenta de que la vida no gira en torno a idioteces, sino en torno a cosas serias.

-¿Sigue yendo a operar a África de forma gratuita?

-Sí, por supuesto. Allí, por falta de medios no puedes desarrollar operaciones complejas, pero sí se pueden solucionar muchísimos problemas a la gente de allí. Al fin y al cabo voy a ser el único médico de verdad que van a ver en su vida. Y encima gratis.

-¿Imagino que en África no podrían pagarse estas operaciones?

-En ningún país la sanidad es gratuita. En Tanzania, que es a donde vamos, si no tienes dinero te mueres como un perro. Así como suena. Eso aquí en España, aunque todo el mundo se queja, es impensable, pero en Tanzania es la realidad. Si tienen suerte de que pase por allí un médico y le hacen caso, pues bueno, es como si se les apareciera la virgen, pero mejor.

-¿Le halaga o le molesta que le llamen el doctor Milagro?

-Ni una cosa ni otra. Es una especie de broma, algo de lo que reírse, en el buen sentido.