Un cole con mucho talento

Marta Otero Torres
marta otero REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

MARCOS MÍGUEZ

Un centro coruñés inventa un «Got Talent» sin jueces para fomentar la autoestima de los niños

17 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Aquí todo el mundo tiene algún talento, no hace falta que venga Risto Mejide a descubrirlo. Lo sabe bien Silvia Varela, profesora de cuarto curso del colegio Isaac Díaz Pardo, en Culleredo (A Coruña). Silvia es una de esas profesoras que se emocionan con lo que hacen. Un día se dio cuenta de que sus alumnos tenían mucho que compartir con sus compañeros. Entonces propuso que cada niño hablase ante la clase para explicar alguna actividad que le gustase mucho o alguna faceta que le definiera. «Vi que todos pueden ser habilidosos o talentosos en alguna faceta, y que con el curriculum escolar no lo estábamos descubriendo». El nombre, Got Talent, como el concurso televisivo, lo escogieron los alumnos, «pero les quedó muy claro desde el principio que esto no era un concurso, que no se iba a puntuar ni iba a haber ganadores ni perdedores».

Y entonces comenzó el espectáculo. «Allí salió de todo -cuenta orgullosa Silvia-, desde el experto en porteros de fútbol, que se los sabe todos; hasta la niña que en sus tardes libres se dedica a hacer ganchillo y nos trajo una labor que está haciendo ella... También hay otro niño que resuelve el cubo de Rubik en menos de un minuto y nos hizo una demostración en directo. Fue apoteósico». David demostró sus habilidades con el violonchelo, Kauane se atrevió con la música brasileña, Alicia les descubrió a sus compañeros el mundo de la natación sincronizada, Lola el de la equitación y Sofía el del ballet. «Ellos exponían el tema y luego los compañeros les hacían preguntas -cuenta la profesora-. Fue muy sencillo, muy bueno para ellos porque se sintieron escuchados y especiales; y como no había espíritu competitivo, fue muy enriquecedor. Ellos se quedaron encantados».  

Aprender sin estudiar

Cuando Silvia les pidió que escribieran en una redacción su opinión sobre la experiencia, «todos decían que les había encantado porque aprendieron muchas cosas sin estudiar. Y reconocían también que fue una forma de valorar a los demás compañeros». Además de divertirles, esta actividad demostró tener un gran potencial para trabajar la autoestima de los niños. «Al principio a algunos les daba vergüenza hablar delante de los demás -recuerda la docente- pero después, poco a poco, fueron soltándose. Además, el hecho de que nadie les califique es muy importante, les ayudó a descubrir que todos tenían un talento y les animó a exponerlo a los demás». De esta forma, una actividad de esas que nacen sin pensar resultó un éxito educativo. «Para trabajar la autoestima fue genial, y, aunque salían nerviosos, notabas que cuando se sentaban estaban muy satisfechos con ellos mismos».

Otro punto a su favor: contribuyó a la cohesión del grupo, algo fundamental para prevenir el acoso escolar. Y, ¿por qué no?, los niños lograron también descubrir alternativas de ocio diferentes de las clásicas, como el fútbol, lo que «les abrió la mente y les hizo plantearse cosas que nunca se les hubiera ocurrido que podían practicar». Al final la moraleja está clara: el talento, mejor compartido que competido.